Un pulgar para el arte.

Por: Eduardo Yalán Dongo

Cuando Nietzsche en “El Origen de la Tragedia”, propone al estado dionisiaco en el arte como un sentimiento de poder que transforma incluso a la misma percepción de la obra y al propio estado del sujeto, lo hace proponiendo un “desembrague” (como se diría semióticamente) o alejamiento del sentido apolíneo, usados en la época renacentista y clásica, es decir: la vista. La mirada ha sido el paradigma de decodificación que ha utilizado el hombre para interpretar el mundo, “mira el mundo” es el recurso retorico clásico para expresar el subjetivismo y posterior explicación de la realidad. Lo que lo “dionisiaco” propone es ese interés por los sentidos “íntimos”: el gusto, el olfato y el tacto. Con respecto a este último sentido, poco se ha dicho en cuanto al análisis de la obra artística, digamos que en la obra principalmente contemporánea el elemento táctil ha retomado la carrera de la intimidad, de estos sentidos íntimos, así como de la complejidad que posee la oscuridad en la obra posmodernista.


En la obra de Jean Dubuffet –Snak for Two- la relación de estos dos hombres y de sus manos, ubicados en una forma rítmica, ponen al sentido táctil como centro del análisis. Lo que hasta este punto nos indica es quizá ese ritmo de la sensualidad, de lo táctil, pero también nos propone contar este ritmo apreciando los dedos de cada hombre, y es cuando aparece un dato dentro de este sentido intimo; el sujeto de la derecha posee un pulgar, el de la izquierda no. ¿Que sugiere esto en la obra de Dubuffet?

José Miguel Tola, artista peruano, aclara este terreno un poco más. En la obra completa de Tola, sus personajes gozan de una amputación del dedo pulgar de la mano, dedo que no goza de protagonismo dentro de las formas surrealistas del artista, pero ¿Qué significa el dedo pulgar dentro de esta arista de la obra contemporánea? Según la evolución humana, el dedo pulgar es el significado de la distancia entre los primates en general, seres salvajes, relegados, opuestos a todo lo civilizado. El dedo pulgar se opone a los dedos llamados "civilizados" dentro de un sistema que privilegia la función anatómica de “manipular objetos”, manipulación que no se limita únicamente al terreno de prensar la materia, sino que abarca incluso la manipulación de lo otro, la construcción de la otra persona (prejuicios, valorización, etc.) En “A veces el diablo teme nuestros vicios” se construye toda esta codificación, también se aprecia en "Diario de un Loco", del mismo autor.

TOLA- DIARIO DE UN LOCO (2007)

TOLA- A VECES EL DIABLO TEME NUESTROS VICIOS (2006)

El énfasis a esta intimidad sensorial la construye el artista queriendo gritar a favor al mundo prohibido del “Ello”, de lo dionisiaco en el arte. El salvajismo, la irracionalidad, el sin-sentido, la mera transformación, la muerte del interés hacia lo realmente serio (como decía El Principito), hacia lo bueno y lo malo (recordemos ese pulgar levantado por el Cesar para dar su visto bueno al gladiador, el pulgar alto, erguido, para enfatizar en ese falso orgullo de la civilización y el retroceso de lo salvaje: el progreso). La aparición primordial artística que se presenta en la obra contemporánea es el sin-sentido, la irracionalidad, el desembrague de la razón en la producción y decodificación de la obra. El arte ha muerto, no hay progreso en él…pero a cambio hay una exquisita transformación de la obra, transformación y no “progreso” artístico.

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