Hugo Chávez es sin duda el mandatario más mediático de América Latina. Ocupa los primeros planos en cuanto a opiniones y protagonismos exacerbados. Encabeza portadas con sus intromisiones. Lanza, endémicamente, álgidos comentarios desubicados. Todo, en su pretenciosa búsqueda de aparentar ser un presidente mesiánico. Él siempre tiene la verdad.
Desde que ingresó al poder en 1999, con su plan de gobierno bautizado como el Socialismo del siglo XXI ha ido revelando lo que la gente ya sospechaba: emular de la manera más improvisada lo que Fidel Castro logró tras la revolución cubana.
Lo curioso es que Chávez, aun con tanto histrionismo petulante y gusto desafinado para figurar, odie tanto los medios. ¿Quizás porque no solo sea un prepotente dictador sino también porque quiera acaparar toda la pantalla chica?
Desde hace algunos días algo funesto para la libertad de expresión se ha ido cocinando en el Palacio de Miraflores. La “intrépida” idea (por no volverme ofensivo) de una Ley de Delitos Mediáticos.
Para entender la paranoia de Chávez, habrá que recordar que ya ha clausurado más de treinta y dos radios a lo que va de su gobierno. También fueron expropiadas, dos televisoras regionales, sin incluir la polémica RCTV en el 2007. De lo que se comenta, hay una intención latente de cerrar aún 250 radios más. Entre ellas, unas estaciones más grandes que otras, pero que cuentan con el mismo poder que Hugo Chávez teme y desea: el poder de la información.
La Ley de Delitos Mediáticos es un proyecto abusivo. En definitiva y en reconocimiento con las tendencias chavistas, solo será usada para fines funestos.
La aún sobreviviente televisora independiente, Globovisión, es un ejemplo. Porque, aunque el proyecto de ley presentado por la fiscal general, Luisa Ortega, aún no sea aprobada, el director del canal, Guillermo Zuloaga, ya enfrenta dos ridículos juicios. El primero por “usura genérica”, debido a su mediana empresa de ventas de automóviles; el otro, por “daños ambientales”, por su colección personal de animales disecados legales. ¿Disparates o un intento desesperado por culpar para arrebatar?
El tema de la ley debe ser entendido por todos los que trabajamos en medios, ya que, al ser aprobada, institucionalizaría la injusticia, la corrupción, la paranoia chavista. Todo bajo el manto de la legalidad. El gobierno tendría siempre justificaciones “válidas” para ejercer el abuso, y sucedería lo que la caricatura de este post (en la parte superior) retrata. Chávez en la pantalla chica las 24 horas del día. Y ahora con el HD, se le vería más real que nunca ¡Qué calamidad!
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Recuerdo la primera vez que vi a Hugo Chávez en su programa televisivo “Aló presidente”(¡Sí! Para quienes no lo saben. En Venezuela, Chávez no solo hace el papel de presidente, sino también el de Gisela Valcárcel, en el caso del Perú; o Susana Jimenez, en el de Argentina). Con su clásica seriedad pícara, botaba de Caracas a The Coca Cola Company con estas palabras: “Váyanse pa’llá, pa’ la sabana, con sus camiones”. Con ese misma soberbia, clausura canales venezolanos como quien cierra revistas, y, con ellos, carga con los voceros encargados de informar a la nación lo que verdaderamente está sucediendo en el país. Solo el 78% de venezolanos piensa que su gobierno es corrupto. ¿El 22% restante está ciego o desinformado?
Felizmente, el rimbombante Socialismo del Siglo XXI aún no se mete con los medios digitales. Solo esperemos que algún día algún chafarote tenga la intención de censurar a Filoterario. Solo en ese caso, estaríamos encantados de ser sinceramente ofensivos.
1 puntos de vista:
Me recordó a "deja que los perros ladren" de Sergio Vodanovic.
cuando dejen de perseguir a los medios de comunicación será por que nos mentirán.
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