¡Hazte ilusiones!: Realidad y simulacro

Fotografía: Gonzalo Bachmann Urbina
Por: Eduardo Yalán Dongo

“Lo que es racional es real;

Y lo que es real es racional”

G.W.F. Hegel

Evoquemos cualquier asesinato. Uno donde el cuerpo magullado y deformado se encuentre desplomado por la sala, uno de esos tantos asesinatos que vemos en CSI, o en el noticiero de la noche. Ahora imaginemos que en este crimen no existe la menor huella que nos lleve al asesino, todo es limpio de marcas, de indicios, no hay sospechas, no hay inculpaciones, no hay verdad, no hay realidad; es, como decía Baudrillard, El crimen perfecto. ¿No vivimos acaso un crimen perfecto? ¿Una ilusión?, ¿una mentira? Me he topado últimamente con personas que han sentido alguna vez ese vértigo, ese pensamiento que la vida es una ilusión, un crimen perfecto, un sueño que prorrumpe en la realidad, que no encuentra responsables. ¿No hemos pensado alguna vez esto? Si la vida es una suma de ilusiones ¿Sería la vida un sueño del cual no podamos despertar?

¿Y si en verdad lo que vivimos ante los ojos de nuestra conciencia no es real? Si bien esta tendencia de pensar en la ilusión, parte de lo que llaman “posmodernidad”, o tal vez es consecuencia del desarrollo de la tecnología, lo cierto es que las personas naufragan en depresiones y angustias modernas como respuesta a esta mentalidad. Pero tienen razón; hoy existe “nada” en lugar de “algo”, vivimos bajo una tensión increíble porque no soportamos el vacio, ni los secretos, no nos gusta viajar a la deriva, la creencia en lo real es la mas trivial de todas las creencias, una ilusión perpetua, indestructible, combatida no con la verdad sino con una ilusión más elevada, y si esta ilusión no es reconocida como error, su valor es igual al de la realidad. ¡Admiremos la ilusión y su penetración inescrutable en la vida diaria! Producto de la tecnología salen nuevas profesiones como la fotografía, el cine, el arte y la publicidad; pornografía de la realidad, prostitución de la conciencia. Foucault decía que el cristianismo era una forma de ilusión doble, primero al individuo se le fuerza expulsar todas sus ilusiones (pecados, tentaciones, seducciones) pero no para aceptar una realidad/verdad sino para vivir otra ilusión superior, es decir, liberarse de toda adhesión a sí, no porque él sí mismo sea una ilusión, sino porque es demasiado real. La nueva cultura no se diferencia de esta explicación.

Pensemos en la tecnología, de la más rudimentaria hasta la más avanzada; su meta siempre será separarnos de la realidad, separarnos del enfrentamiento con ella: el cuchillo para cortar la carne, el microondas para recalentar la comida, la escritura para plasmar la palabra hablada, el ipod para anestesiar el entorno, los audífonos, la cámara fotográfica, el facebook, la ropa, el carro, el dinero…inventamos la tecnología porque estamos hartos de la realidad, hartos de no poder jugar. Y es así como bifurcamos nuestra representación, elaboramos simulacros de vida, fabricamos nuestro Yo basado íntegramente en el Otro, un reflejo de lo otro: al fin y al cabo no hay estructuras. Harry potter, El Crepusculo, Vampires diaries, El código Da vinci, El señor de los anillos; los bestseller posmodernos haciendo enfoque en temas como la magia, magos, vampiros, mentiras vividas por largos siglos, elfos, hobbits, magia, mas magia…ilusión y muerte venden. El fin del mundo es la desesperación de los posmodernos, es el discurso que vende, es la manifestación de la nueva creencia…la voluntad de la nada. “¡No te hagas ilusiones!” sería pues una alucinación tautológica.

Me dijo, una buena amiga citando a Almodobar, que desistiera de hablar o escribir sobre la realidad, porque la gente vive mucho la realidad y escribir sobre ella seria una saturación, la vive en la tele, en el cine…pero queda demostrado (señor Almodóvar) que no es así. Sin embargo, me pareció entre nostálgico y excelso lo siguiente que me dijo: “La realidad pocas veces tiene tanta riqueza como el arte y casi nunca se compara a los sueños”. Lo real es racional y por eso aburre, al menos hoy en día en los últimos capítulos de la posmodernidad, en la fetidez de su joven vejez (si se me permite el oxímoron) es hora de inventarnos nuestra propia realidad, de jugar en los simulacros, en los sueños y el arte. Finalmente, los concejos de mi amiga fueron vía Facebook, y yo escribo esto frente a una pantalla en algún lugar de Surco mientras tú lees en tu computador… ¿Qué es real? No nos hagamos los llanos, ¡sabemos lo que es!…el crimen nunca es perfecto, y lo que es verdad, lo que es realidad es simplemente un simulacro superior y mas creíble que otro. Lebe dein Leben.

Jesucristo Moonwalker

Escultor Invitado: Flavio Fernandini

Semana Santa; el eufemismo perfecto para el desenfreno de divertimento y embriaguez moderna. Jesucristo es el protagonista principal de esta fiesta mundial que paraliza a las culturas más devotas y a las personas más perseverantes. Hemos hablado de Jesucristo anteriormente en este blog, analizado su mensaje y contrastado su discurso sobre los estamentos modernos de lo que llamamos cultura, pero en esta ocasión es un tanto diferente.

Se asocia muchas veces a Jesucristo con personajes anteriores a él, tenemos por ejemplo la asociación de Jesucristo con figuras de otras religiones/sectas como con Lao-Tsé, con Buda, con Dionisio, con Krishna, con Horus, con Attis, con Mithra, entre otros. También se lo ha comparado con protagonistas bíblicos del antiguo testamento como el caso de José (el que interpretó los sueños al faraón) que al igual que Jesús nació por parto milagroso, tuvo 12 hermanos (Jesús tuvo 12 discípulos) fue traicionado por su hermano Judah, emergió de su presunto lecho de muerte y se convirtió en Faraón. Pero no sigamos con estas comparaciones tan académicas y hagamos una comparación sugerida por nuestro artista invitado Flavio Fernandini, que nos da una nueva perspectiva: Jesús y Michael Jackson. Ambos amantes de los niños, reyes de multitudes, difamados injustamente, poco entendidos, imitados por sus fanáticos, excelentes marketeros, solitarios, y por una extraña razón: Dioses post mortem.

Michael Jackson y Jesucristo, nuestro artista no quiere hacer una sorna de ellos, tan solo desea inspirar una divertida crítica de lo que significa (o significó) ser “Héroe” para la sociedad; sus riesgos y sus recompensas.

Eduardo

Jesucristo Moonwalker
Cerámica en Frío.
45 cm de alto.