Fenomenología del racismo

Por: Eduardo Yalán
Fotografia: Claudia Villaseca Flores

“Mira el rostro blanco y el cuerpo negro de la noche hasta que

dejes de percibir la diferencia entre albura y negrura(…)”

Emilio Adolfo Westphalen (Ha vuelto la Diosa Ambarina)


Mañana del sábado 27 de Junio, tomé el periódico nacional habitual (“El Comercio”), y me encontré con una portada muy nostálgica; la muerte de Michel Jackson. Tras un lapso de venial tristeza y de curiosidad thanática por la información, detecté otra nota informativa: “Alicia delgado recibió 8 puñaladas”. Dentro de toda la carga nostálgica de ambas noticias y de lo relevante de ambas muertes en el Perú, me pareció curiosa la distribución de la información en el periódico, por un lado Michael en una imagen a gran escala que ocupaba gran porcentaje de la carátula, y por el otro lado, Alicia, sin imágenes, acompañada de una pálida fonética y perdida dentro de los vericuetos del periódico. Alicia Delgado fue una cantante folklórica cuya muerte ha suscitado gran revuelo en los medios masivos de comunicación, medios estigmatizados como “chichas” por no decir “medios para cholos/mestizos”. El Comercio es la antípoda per excellence de estos últimos, antípoda de una cultura determinada. Recogiendo esta perspectiva y otras muchas que han venido acaeciendo en el Perú (como los dimes y diretes entre Bagua y el Gobierno de turno) deseo dar un punto de vista con respecto al tema de la discriminación (buen eufemismo para el racismo) subrepticio en nuestra sociedad.

En Latinoamérica, de la manera más hipócrita y contradictoria, el racismo se resiste aún a morir, muchos psicólogos, sociólogos y antropólogos han buscado una solución o análisis causal a este “fenómeno social arcaico” limitándose al “deber ser”. Dicen por ejemplo: “el racismo no debe ser, no debe existir”, y en teoría no debe, pero aun así existe, y de una forma vulgar. Pero añadamos otro punto de vista, tal vez interesante, al tema del “racismo”, dejemos de lado el “deber ser” y abordemos quizá una perspectiva más curiosa e interesante. Como decía Aristóteles, somos una especie social, el hombre es una animal social que pertenece lógicamente a un grupo social (sea este pequeño o grande, de corto o largo plazo). Ahora bien, tomando en cuenta esto, el ser social debe acatar la moral y normas sociales para sentirse parte del grupo e identificarse con éste; esto no es más que desear una seguridad y evitar una inseguridad, un “operar en la nada”. A nadie le gusta estar solo, pero para no estarlo se deben acatar ciertas normas, si no las acatas, entonces estas fuera. Es así como el ser social, subrepticiamente, se integra en la sociedad y adopta, según su praxis vital, un papel en la sociedad: o bien es dominador o bien es sumiso. Es importante resaltar esto, el carácter jerárquico/piramidal que posee nuestra sociedad, y de cómo nos auto ubicamos en este esquema social. Psicólogos como Lamberth, Morris, Moscovici, Enrique Salgado, y el genial James Whittaker reconocen este valor social intrínseco en la motivación individual.

Ahora bien, exploremos la fenomenología del racismo. La escencia del fenómeno está definida por la fuerza que la comprende, y este caso no es la excepción. Retomando la idea de dominación y sumisión, si un dominador (el ideal) le increpa al sumiso (yo) sobre algo mal hecho por este último, el ser social sumiso se sentirá inseguro ya que sentirá que dejó de pertenecer a la sociedad (un ejemplo muy literal es el que Ramón Ribeyro nos da en su cuento “Alienación”). Digamos que la escencia del racismo es su característica social compuesta, la negación (dialéctica) de una clase dominante (victimarios) hacia la clase sumisa (victimas) provoca insatisfacción por la inseguridad que sienten al creer que ya no pertenecen mas al grupo social, su estabilidad en el grupo depende de lo que diga el ideal, el jefe. Y, como sabemos, la creencia genera afecto. Citar a la judía y filósofa Hannah Arendt me parece oportuno en este momento: “En este mundo insensato es mucho mas fácil ser aceptado como un gran hombre que como un ser humano”. No es la idea ser un gran hombre, sino ser un “ser humano”, un ser que no se sienta dependiente de un esquema jerárquico/social.

Una solución al racismo es hacer que el ser social se sienta autorealizado y no reconocido dentro de su sistema, es decir, inocular la creencia que reafirme la trascendencia del ser humano dentro de ese pútrido “esquema social jerárquico”, la trascendencia de aquella masa, sin la imperiosa búsqueda por el reconocimiento. Repito, una creencia significa un alud de emociones. Desde esta perspectiva considero al racismo de la manera como lo considera Martin Tanaka; un “arcaísmo intolerable” y no desde la perspectiva psicoanalítica que asegura al racismo como un problema integro basado en la otredad, en la no comprensión de lo otro. No toman en cuenta la condición sine qua non entre lo social y el fenómeno racista. Nietzsche, sin querer, se inmiscuye en este problema: “no se ataca solamente para perjudicar a alguien, para vencerle, sino tal vez, a veces, por el mero placer de adquirir conciencia de su fuerza.” (HDH 317) El carácter activo del victimario hace que éste reafirme su jerarquía dominante con urdimbre espíritu, utilizando los más inverosímiles, estúpidos, palurdos e inconsistentes argumentos como lo han sido (a lo largo de la historia) la frenología, la superioridad aria, la superioridad fenotípica, y demás entelequias. Pero para el dominante todo es necesario, hasta esto ¿Cómo viviría el racista sin la inconsistencia? Para el que no busca reconocimiento esto no es de suma importancia, “a la mierda Bartolomé de las Casas, Hitler, Noé, y ese hijo de puta de Michael Jackson”. El racismo se resiste a morir pero morirá, porque la dialéctica paulatinamente muere, porque los intelectuales mueren y con ellos su amargo rechazo, la palabra escrita vinculada al racismo homogéneo se diluye, las creencias y las jerarquías se distorsionan, el racismo es un “arcaísmo intolerable” es un residuo último del cambio de paradigma. El racismo, como lo conocemos, cambiará, y “cambiará pues”.

El tema pendiente: el "Baguazo"


Fotografías: Diego Miranda

Texto: Pedro Crespo

En una reunión de amigos este último viernes, me encontré con mi filosófico compañero de blog. Entre copa y copa, los temas que generalmente tocamos salieron a la cancha. Esta vez, discutíamos sobre lo acontecido en Bagua: una masacre por falta de comunicación e intolerancia. Más de 30 muertos.Nunca antes he escrito temas políticos en este blog por que no quiero ser colaborar con el atosigamiento de la agenda política de los medios. Sin embargo, aquí mi punto de vista sobre lo sucedido en la selva peruana.

¿Cómo debiera entenderse al Perú?

Como un país heterogéneo. De ahí nace su encanto y su principal fuente de ingresos. En la Selva, tenemos una variedad indiscutible y envidiable de fauna y flora. Distintos pisos ecológicos adornan las mesetas, hay agua y culturas centenarias vivas. Biodiversidad en su máxima expresión. Pero también hay riquezas energéticas y mineras: hidrocarburos y oro. Esta es la semilla de la lucha.

Cómo debiera entenderse la actuación del primer bando: Las poblaciones amazónicas

1. Las deficiencias gubernamentales abundan. La principal causante de lo sucedido en Bagua es la subestimación a los pueblos nativos. Para empezar, en 1993, el INEI hizo un censo amazónico y arrojó su número poblacional, entre ellos los Aguarunas contaban con 51 827 personas. Este número ha aumentado. Las cifras, aunque pequeñas en comparación a la extensión del territorio, demuestran que estas tierras no están vacías. Insisto: ¡no están vacías, señores políticos!

2. Las poblaciones amazónicas son pueblos que datan antes que los Incas. Representan un museo viviente de nuestras raíces. Debieran considerarse más valiosos que el Museo de Oro donde solo hay materia muerta (ojo, con esto tampoco digo que sean dignos de maquetas de exhibición. Hablo del cuidado de lo verdaderamente valioso en nuestra cultura).

3. Los selváticos se encuentran espiritualmente ligados a su territorio. Ahí conviven con sus tradiciones, adoran a sus dioses, yacieron sus hermanos, veneran a sus antepasados, cuidan a su estirpe y, gracias a él, subsisten. En conclusión, no pelear por sus tierras, es un suicidio para ellos…

4. Sigo el hilo con un dato histórico: las poblaciones amazónicas nunca fueron sometidas. Contra ellos no pudieron los Incas, ni los españoles, ni los jesuitas y dominicos. ¿Por qué habrían de dejarse ahora?

5. Los amazónicos no están en contra de la inversión, es más, aceptan necesitarla. Porque tienen problemas de desnutrición crónicas, mortalidad infantil, y ningún servicio básico. Lo que repelen, es que el poder estatal abuse. Ellos necesitan “una inversión bien pensada, un desarrollo pensado desde la selva y a favor de la selva”, dijo Santiago Manuin, legendario líder Aguaruna hospitalizado por un disparo. El Perú entero también gozaría de esas decisiones.

Cómo debiera entenderse la actuación del segundo bando: El gobierno

1. Los gobiernos no solo duran cinco años, y toda decisión debe ser tomada para el buen porvenir del país. El uso de tierras y espacios improductivos es una premisa para la creación de capital y mano de obra. El asunto está en reconocer que espacios están verdaderamente vacíos para su explotación.

2. El gobierno está en la obligación de cuidar el territorio. El problema contra el que intentó luchar es contra el uso ilícito de los recursos amazónicos. Esto obliga al gobierno a una mayor fiscalización. La explotación ilícita no es solo un problema legal, sino que trae problemas sociales como la explotación de gente, narcotráfico, terrorismo, etc. Llevar el “progreso” a estos lugares, era una manera de revertir la ilegalidad.

3. El poder político está en la obligación de una consulta popular en caso de ver trabas en el funcionamiento de sus planes industriales o los que sean. Muchas veces, se han llegado a acuerdos; otras veces, se ha implementado a la fuerza. En este caso, no se llegaba a nada democrático desde el año pasado. El gobierno fue despótico.

4. Los políticos siempre han estado lejos de la amazonía. Creen que bastaba con reunirse con algunos dirigentes para tener el acuerdo. Nunca pensaron más que el apresuramiento de sus tratados sin entender la preocupación justificada de los Aguarunas-Huambasi por su cultura, sus hijos y el bosque. Además, sus leyes promulgadas tenían fallas irreparables que los selváticos estaban indispuestos a aceptar. Una de ellas era, por ejemplo, el deseo de la minera Dorato de explotar recursos en el cerro Cumpanam, este es un cerro sagrado, un Apu.

5. El gobierno fue violento. Quiso dar un renovado “moqueguazo” y le salió el tiro por la culata. Según cuenta Martín Arredondo, reportero que vivió en carne propia los enfrentamientos en Bagua, los policías llegaron con bombas lacrimógenas y disparos al aire. Una bala calló a Santiago Manuin y ahí empezó la revuelta.

“Siempre hemos sabido defender nuestra tierra”

Los oficiales llegaron armados. A los selváticos les bastaron arcos y flechas para acabar con los policías en la zona conocida como Curva del Diablo.


Jesucristo; crítica y conspiración.


Por: Eduardo Yalán

“Ya la palabra “cristianismo” es un malentendido,
en el fondo sólo hubo un cristiano, y éste murió en la cruz.”


F. Nietzsche. El Anticristo (§ Xxxix)
Soy ateo. Y ser ateo es una patología y no, como asegura Michael Onfray en su “Tratado de ateología”, una terapia . Ser ateo implica ser un tanto dialectico y un tanto creyente en aquello que tanto se esfuerza en repudiar: Dios. Ya muchos saben que ser ateo es también una creencia, es creer que dios no existe, especialmente que no existe el Dios cristiano, principalmente porque el ateísmo y el mercantilismo no se llevan bien de la mano. Y es que esta dialéctica intrínseca en la relación con Dios es la que convierte al ateísmo en patológico, en una enfermedad per se, que teóricamente busca curarse, pero prácticamente desea mantenerse enferma: a esto quizá podríamos llamarlo ateísmo diabético; una curación tan eterna como infinita. Claro que hay ateos, de los pocos, que se sumergen en la religión y juguetean con ella estudiándola, comprendiéndola. Este es el ateísmo integrador, del cual yo daré solemnidad en este artículo.
Hablemos de la figura de Jesucristo, máxima de la iglesia católica, polémica de la judía, y relegada de la islámica. Jesús es la iconografía más comercial en todas las religiones y es que, como se refirió en una oportunidad Eduardo Zapata Saldaña: “Jesucristo fue el primer marketero de occidente”. Sus milagros, resurrecciones y demás parafernalias paranormales, levantaron la popularidad de Jesus de Nazareth; amado y odiado, en occidente y en todo el mundo. Este articulo trata del buen "Jesus", y lo dividire en 2 puntos pequeños, que a continuación trabajare:

a) La ley
Cuando el pensamiento moderno sobre el cristianismo se instauró a finales del siglo XIX, ya estaba por sentada una teoría bien recorrida por Alemania que afirmaba que Jesucristo, al hacer una nueva doctrina sobre la judía, había roto las cadenas de la ley mosaica. Esta perspectiva la sostenían varios pensadores, entre los que más destaco son la de los coetáneos: Hegel y Nietzsche. La teoría era más o menos compatible con la perspectiva judía, que afirmaba que el cristianismo era una religión paulina y no cristiana en si misma, es decir, Pablo de tarso era el inventor de cristianismo y no, como se vulgarmente se cree, Jesús el Nazareno (Nietzsche abogaría particularmente este punto). Nietzsche en El Anticristo menciona algo parecido a esto; “Pablo quería la finalidad, consecuentemente quería también los medios…Lo que él mismo no creía, los idiotas en los que arrojo su doctrina lo creyeron” (§ 42) Ésta psicología del redentor entonces separa a un Cristo cristiano y a un Cristo acristiano (histórico). Es decir, Jesucristo no pretendió en ningún momento fundar una religión nueva alguna, teoría que sostiene Antonio Piñero, filósofo español y erudito en el tema del cristianismo. Jesús no fundó el cristianismo y apesar de ello se le ubica como un jurista proselitista dentro de la historia cristiana, Jesús unicamente pulula la palabra de Dios ubicandose como un mensajero de aquel, mas no participa en una empresa religiosa que lleve su nombre. Sin embargo, apesar de las invensiones paulinas de un Jesús pro religión y demás entelequias teológicas, existe pues una ley superpuesta a la judía, una ley atribuida al mesias y que hasta el dia de hoy se enseña como doctrina "pilar" del cristianismo. Hegel en sus primeros escritos reconoció esta ley: el amor cristiano.
El amor cristiano es sorprendente, e interesante a la vez, ya que a pesar de ser una emoción pura y ciega, en el cristianismo se presenta como una emoción elaborada, resultado de una racionalización reforzada con la palabra escrita. Si analizamos bien, dentro de la escala afectiva, el amor es el mas compatible con la escribalidad, con la palabra escrita (valga decir también con la edad platónica) contrapuesto entonces al odio, mas compatible con las oralidad, como es el caso del islam. ¿Por qué entonces, el amor que según los cristianos Jesús elaboró, era resultado de una racionalización? Para responder esto fijémonos en la encíclica de Benedicto XVI “Dios es amor” donde Benedicto desintoxica al Eros (intoxicación que advirtió Nietzsche, como lo refiere el propio Benedicto) y le atribuye al amor grados de intensidad, cuya cúspide o paroximia se encuentra en Dios: el verdadero amor es el que está con Dios. Esto es pues pura racionalización del afecto en cuestión. Entonces, Jesucristo paulista contrapuso la ley de un amor focalizado y fundamentalista frente a un odio y misantropía judía. ¿Porque triunfo Jesús? Por ser buen marketero, y por que su ley del amor fue compatible con la cultura que precedería a su muerte: la cultura escribal, o platónica (como yo la llamo).
b) El Jesús heroico y su desmitificación:
Un héroe es un héroe por muchos factores, principalmente porque existen personas que lo reconocen como tal, personas que dentro de su realidad pútrida desean plasmar su yo en "algo" grande. Es necesario resaltar esto de “realidad”. Cuando menospreciamos nuestra realidad y a todo este sistema sensible que nos rodea, queremos que exista alguien que lo transvalore: Queremos ser Maradona porque nuestra realidad es austera de éxito futbolístico, queremos ser Jesús, porque nuestra realidad es austera en fuerza. A Maradona se le dice Dios, a Jesucristo también. Todo héroe es mitificado. La imagen paulista de Jesucristo es la más pura mitificación de todas, el pleonasmo máximo de lo absurdo. Sin embargo el mito, a pesar de su carácter ilusorio, nos refiere datos curiosos acerca de la doctrina cristiana moderna, dentro de los cuales podemos citar la idea de la resurrección contenida en el mito paulista de Jesús: la muerte frente a la vida. La doctrina de los cristianos paulistas (a lo que se llama cristianismo, en la actualidad) gira en torno a esta idea; la vida en el más allá, la extensión del alma en la muerte. Lacan enfatizó enérgicamente (como lo muestra un video) la dependencia de la muerte por los cristianos modernos, "la muerte entra en el reino de la realidad, (...) eso les da fuerza (...) si no fuera así, ¿podrían soportar la vida que llevan?”. Otro punto de vista acerca de la muerte en el cristianismo es el que ofrece Gadamer, en un sagaz análisis fenomenológico. Gadamer afirma que la escencia de Cristo se encuentra en la conciencia finita de este, siendo su muerte la aceptación de la vida, una obstinación por vivir que incluso soporta un calvario pasional con tal de saborear los últimos momentos de vida. Son dos perspectivas interesantes que señalan como la muerte en el cristianismo moderno (paulista) es el fruto del cual todos los cristianos comen.
Conspirar. Nos falta esa cuota de conspiración para presenciar el vaciamiento mítico de Jesús. El Jesús histórico es totalmente diferente al Jesús mitificado, un Jesús que nació antes de la era cristiana en el reinado del emperador Augusto, educado en la fe judía, perteneciente a una familia numerosa, que tuvo hermanos y hermanas carnales, que tomó y continuó la predica de Juan el Bautista (además de actuar como su discípulo), que (a pesar de lo referido por Nietzsche) no quebranto la ley de Moisés, sino que la interpretó a su manera, que tuvo 12 discípulos, que anunció el reino de Dios, que actuó como el portavoz de Dios, que no abolió el culto judío, que no se trasladó de Galilea a Jerusalén con la intensión de morir, y que protagonizando un incidente en el templo judío siendo condenado a la crucifixión y muriendo en el reinado del emperador Tiberio. Su movimiento de seguidores no fue perseguido por entidades romanas. Este es el Jesús historio. La creencia fundamentalista en el Jesús paulista es demasiado fuerte y necia. Por lo demás, la actual cultura no se esfuerza en desmitificar o desmitologizar a Cristo, sino que poco a poco lo esta sepultando vivo (como lo hizo con su Padre) en la motivación cultural, quizá en un futuro no existirá Jesús ni Jehová, pero seguirá existiendo esa entidad que tercamente nos empeñamos en buscar.

Apología al peruano: Los Comentarios Reales

logros

Los aniversarios se celebran a diario en cada rincón del globo. Conmemorar es una característica humana, siempre de manera nostálgica porque todo tiempo pasado fue mejor y, gracias a Dios, que nadie nos quitará lo bailado. Siempre hay algo muy importante que celebrar; otras veces, bastan meras excusas para hacerlo. Si están esperando que este texto les de una gran justificación para brindar por los sueños rotos o encontrados, espero que me lo agradezcan. El hecho es que yo me encargo de servirles chicha en poto, ante todo, porque es un mes importante para la literatura peruana: el 400 aniversario de la primera edición de “Los Comentarios Reales” del Inca Garcilazo.

Gómez Suárez de Figueroa, como se llamaba realmente el Inca Garcilazo de la Vega, se entregó a las letras luego de naufragar en el intento de reclamar herencia en España, tras la muerte de su padre, un Corregidor del Cuzco. Este había muerto sin siquiera haber legitimado su paternidad y fue por ese motivo que el Inca tuvo que ingresar al ejército español para sobrevivir en ese país, tan mezquino con las nuevas razas que consideraban de menores. El mestizo luchó contra los moros en una guerra que no le pertenecía. Luego, dejó el fusil por la pluma. Y fue en 1609, que publica sus “Comentarios Reales”, como una magistral manera de agradecer a la patria y a sus parientes maternos sus queridas raíces. En especial a su madre, Palla Chimpu Ocllo, bautizada como Isabel, una mujer fuerte que descendía de la nobleza incaica.

“Los Comentarios reales” constituye no solo un conjunto de datos históricamente invaluables sobre el legado cultural de Tahuantinsuyo, sino uno de los primeros símbolos del mestizaje que tanto admiramos y admiran. Sí, ese mestizaje que nos convierte en criollos. Esa raza que idolatra al cevichito y al cau cau, del eterno sufrimiento por el futbol borrachoso, de la Pilsen en la esquina después del partido dominguero y del te prometo que mañana te pago. Son 400 años que un escritor, que como nosotros tiene de inga y/o de mandinga, escribió los cimientos intelectuales de nuestra curiosa realidad. Él escribió la primera apología al peruano en sus años nacientes, poco antes de la independencia. Recuerdo cuando menciona en un capítulo esa bebida de jora, que tanto gustaba a los indígenas, llamada Chicha. Recuerdo que al inicio hablabamos de los aniversarios...

Ahora, ¿se animaron para brindar?...

Creencias y la profecía de las nuevas emociones




“Si una tecnología entra, ya sea desde dentro o desde fuera,
en una cultura y da nuevo énfasis o ascendencia a uno u
otro de nuestros sentidos, el equilibrio o proporción queda
alterado. Ya no sentimos igual, ni nuestros ojos, oídos y demás
sentidos permanecen igual.”
Marshall McLuhan – La Galaxia Gutenberg

Resulta tan excelso como raro (como decía el buen Spinoza) encontrar un entendimiento dentro del cambio cultutal de nuestra realidad moderna, encontrar dentro del follaje y el rameado psicosocial factores y fenómenos afectivos que no se encuentren vinculados a las ideas o a las creencias individuales y/o colectivas. Preguntarnos acerca de los efectos ocasionados por los cambios sociales es positivo e integrador: preguntarnos sobre el por qué de estos cambios es aun mas ilustre e integrador. Ahora está la cuestión, ¿Cómo analizar estos fenómenos afectivos o mejor aun, como explicarlos? La tradición psicológica nos devela dos pensamientos muy vinculados y a la vez desvinculados a las emociones; ambas se unen, ambas son indiferentes.

El primero de estos pensamientos, y cronológicamente iniciador del estudio de la naturaleza humana, fue representado por David Hume, filosofo escocés. A los 26 años de edad, Hume publicaría su “Tratado de la naturaleza humana” libro poco bien recibido por la crítica erudita. Ahora bien, ¿Qué sucede con Hume?, ¿Porqué tan importante? Bien, el filósofo fue uno de los que se abocaron al estudio de las ideas y los sentidos en una época donde predominaba pregonar Verdades inmutables y alabar a la vocinglera filosofía racionalista. Lo interesante en Hume es una idea que me gustaría señalar; el filósofo creía que existía una interrelación entre ideas e impresiones, llamando ideas a los recuerdos reclutados de experiencias humanas, e impresiones a las experiencias mismas (ejm. Ayer me fui al zoológico; idea: el recuerdo del león / impresión: el momento exacto cuando lo vi). El cerebro humano es un almacén de ideas que –según Hume- se asocian durante otros procesos humanos como el sueño. ¿Suena familiar? Si, suena a Sigmund Freud. ¿Qué dice el padre del psicoanálisis con respecto a esto? Freud sigue una larga tradición que divide la razón de la pasión así como se divide la mente y el cuerpo. Freud creía, al igual que Hume, que existían ideas que eran el reflejo de impresiones, pero que estas ideas se encontraban divididas entre el yo y el ello, entre el lado consciente y el respectivo inconsciente. Las emociones –según el psicoanálisis- son efectos de ideas claras o reprimidas. Freud aseguraba: si se encuentra emoción como efecto, entonces se puede asegurar que existe una idea o creencia que la alimenta, esta idea puede estar refugiada o en la clara consciencia o en la negrura del inconsciente.

Todo muy bonito hasta aquí, ahora, ambos pensadores (Freud y Hume) aportan un análisis muy claro, sin embargo ambos son descuidados en el tema de las emociones. Uno –Hume- por un lado sugería someterse a la tranquilidad de pintar un cuadro para ahogar una pasión poderosa, otro –Freud- se dedicó tan poco a las emociones como se dedica un semiólogo a la ética. Sin embargo, el fenómeno queda bien planteado por ahora: las emociones son el efecto de una creencia. Ahora bien, ¿podemos sugerir que, al igual que el individuo tiene creencias, existen creencias colectivas que nos vinculan según la cultura a la que pertenecemos a emociones determinadas? o, para ser más brioso, ¿existen creencias correspondientes que estriban en los cambios culturales mundiales? Hagamos una lluvia de ideas, señalemos algunas creencias culturales: creencia griega del héroe como sujeto redentor, creencia egipcia de la vida más allá de la muerte, creencia maya del sacrificio, creencia racista del nazismo, creencia democrática del capitalismo, creencia del honor de la cultura oriental, creencia de la inmediatez en nuestra cultura virtual. Estas ideas o creencias de alguna u otra manera, tarde o temprano, advertida o inadvertidamente, despiden el hedor de una pasión incolora, de una emoción detectada; cada creencia señala una emoción, una pasión, un padecer (pathos), o una vivificación de la potencia de obrar.

Ahora, lean el epígrafe a este artículo: el señor Mcluhan, ávido visionario, nos sugiere una propuesta muy interesante. ¿Es posible afirmar que cada cultura o cambio cultural (de los tres reconocidos) posee una creencia y por tanto despide una emoción colectiva? ¿La edad tribual, la edad platónica y la edad sensible –nuestra edad- han tenido sus propias creencias e ideas, y por tanto han forjado sus diferencias emocionales la una con la otra? ¿Si esto es así, como señala Mcluhan, podemos afirmar que cada cultura en la medida en que ha tenido su creencia e idea propia, ha limitado a sus sentidos, o –para hablar como Hume- a conspirado en contra de sus propias impresiones? Expliquemos un poco esta idea. Si hoy en día, en nuestra cultura sensible (cuya causa es la tecnología virtual), las impresiones de la realidad se refieren a una inmediatez que las personas demandan, a una heterogeneidad de pensamientos, a un aislamiento físico de la realidad, a una necesidad de subjetivar la opinión, entre otras, se puede afirmar sin temor a equivocación que estas impresiones generan una idea de la sociedad y de la misma cultura en el individuo, y que esta idea a su vez produce una emoción determinada en el mismo, entonces ¿estamos hablando de las mismas emociones de hace lustros o incuso de hace algunos años? Además, como dice McLuhan, ¿no estamos limitando a nuestros sentidos e impresiones cuando los enfocamos solo en medios determinados de la tecnología (TV, computadora, radio, etc.)? ¿y si limitadas, fuertemente desarrolladas? Luchamos con espadas como la edad tribual, reprimimos a las pasiones como la edad platónica, somos un hibrido único e indistinto de emociones, somos el resultado de algo nuevo y listo para ser analizado. Las emociones han cambiado, ¿listos para algo nuevo?