La ley del Psicoanálisis: “Fast Freud” o “Cifrut Freud”


“(…)Oh claro que no, sabiduría es algo que yo nunca esperaría de Freud. Inteligencia sí, pero no sabiduría” Cuando leí esto de Wittgenstein me pareció curioso, lo fue así porque al parecer Freud se había vendido tan bien en mi mente que me era imposible casi (a mi temprana ingenuidad) encontrar contraargumentos a la teoría del psicoanálisis. Las vías que alimentaban al psicoanálisis, como lo son el arte y la filosofía, me hicieron sentir que esta corriente psicológica (“disciplina” como diría Lacan) tenia un carácter altruista tal, que no podía ser de otra manera; su éxito estaba latente en cada rincón de la “ciencia” –pensaba-. Bueno este artículo es para un tanto desilusionarme del psicoanálisis y para tomar en cuenta algunos puntos que se han dicho en silencio acerca de esta “ciencia” de la mente.

El “Fast Freud” o “Cifrut Freud” (en honor a ese delicioso menjunje cítrico) se encuentra en todos lados, al costado de un Skinner, de un James, de un Wundt, o tal vez de un Kant o Schopenhauer, o frente a un Dali o de un Moises; siempre se verá a un Freud fatuo y pesimista publicitar alguna teoría interesante por mas pequeña que sea, como tomar vino en una copa de pisco. Sin embargo, esta sobresaturada publicidad del “Fast Freud” ha opacado ciertas otras críticas muy interesantes contra el psicoanálisis, una de ellas proveniente del “encantador de marineros” Ludwig Wittgenstein. Un punto que critica Wittgenstein al psicoanálisis de comida rápida, es la ley subrepticia que el analista de la mente se esmera en encontrar: “siempre debe de existir una ley que determine al sujeto y nos lleve a la causa” la oscuridad que menciona el psicoanálisis sería entonces abstracta, un eufemismo concreto, ya que si por un lado dicen que el hombre tiene la oscuridad permeable a su ser, esta oscuridad siempre saldrá a la luz, sea lo que sea lo que suceda en un sueño, siempre se descubrirá que está conectado con algún deseo que el análisis puede sacar a la luz. ¿Entonces?

Según Wittgenstein, las afirmaciones de Freud son las que el común denominador de las personas se encuentran dispuestas a aceptar, y una de estas ideas es la que refiere la existencia de leyes formales que permiten la posibilidad del conocimiento seguro del deseo, del sueño o del fenómeno mental; esto es una especulación de una ciencia fáctica, de una ciencia empírica que se esmera por introducirse en campos formales. Es mas o menos lo que afirma Eduardo Zapata Saldaña, semiólogo peruano, con respecto al tema del psicoanálisis en épocas actuales. Zapata se refiere a que la "teoría del complejo de Edipo" (como parte de la familia nuclear) en cierta perspectiva no puede ser aplicada en una sociedad donde predominen la oralidad o la electronalidad moderna ya que existe en ellas un desbalance entre la figura paternal y una distorcion de la "familia nuclear". Los cambios modernos que estas figuras han tenido (en la electronalidad e inclusive en la oralidad) han hecho que el modelo paternal actual sea distinto al modelo paternal que el psicoanálisis propone (padre/madre), el cual es un modelo escribal. Hoy -siguiendo con Zapata- no hay una entidad paternal claramente distinguida, tanto en la costa peruana (electronal) como en la sierra andina (oral). El psicoanálisis en sociedades orales y eléctricas resulta por tanto difícil como contradictorio.
La ley entonces se convierte en una obscuridad del psicoanálisis, la aplicación de las mismas nos deja muchas más dudas pero más satisfacciones, ¡y vaya como nos gustan las satisfacciones! No nos interesa más. Recuerdo ahora a Jorge Bruce, psicoanalista peruano, quien en una discusión sobre el racismo en el Perú se esmeraba en inocular al psicoanálisis dentro de los argumentos principales de este fenómeno. Acertando en algunas cosas y divagando en otras, uno no podía aguantar la risa cuando al psicoanalista le era contrapuesto un Martin Tanaka (sociólogo peruano), en la discusión. Jorge Bruce se esmeraba en someter a culpa a la publicidad y demás naderías en el tema del racismo peruano…A veces pienso que este tipo de intromisiones del psicoanálisis en esta clase de temas son propias de una comedia aristofánica.

Este carácter adusto del psicoanálisis (el de descifrar como sea el carácter mental ya sea con especulación o con razonamientos) también se transmite en las críticas que algunas personas tienen frente a él, estos e debe a que el psicoanálisis mismo impide la crítica al psicoanálisis. Esta formulación es la que me hizo sentir también el filósofo argentino Mario Bunge, en “Psicoanálisis a un siglo de distancia”. Según Bunge el carácter altamente especulativo, subjetivo y fáctico del psicoanálisis es su peor enemigo, hay hipótesis que si son interesantes pero otras que son puestas a discusión por que no existe –según Bunge- una comprobación formal de las hipótesis fácticas, es decir no se puede comprobar, salvo especulativamente que, por ejemplo, el bebé tenga deseos sexuales, es una hipótesis informal, una hipótesis fáctica. Ahora bien, esto no quiere decir que dejemos de leer a psicoanalistas por este hecho (como muy bien hacen los indignados/as) pero si es importante tener en cuenta estas características de esta “pseudo ciencia” de la psicología: La ley subrepticia del psicoanálisis que se esmera en descifrar todo cuanto haya...esto no es mas que temor por la nada y amor por la seguridad, tanto del paciente como del medico.

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