El Mundo de los Sentidos


Por: Eduardo Yalán

“Lo que la cultura hace, pues es extraer
nuestra común humanidad de nuestra
individualidad políticamente sectaria liberando al
espíritu del mundo de los sentidos,
arrebatando lo imperecedero a lo contingente
y obteniendo unidad de la diversidad.”

Terry Eagleton - “La idea de Cultura”

Madurar una idea denota tiempo y paciencia, denota cariño y también mucho odio. Este sentido es el que me conduce a un análisis de una realidad compartida, un análisis que desea madurez y necesita paciencia y, a pesar de la terrible negligencia acaecida por la cultura antecedente, necesita de mucha critica. Refiero aquí el tema que siempre discuto con todos mis amigos: El Mundo de los Sentidos. Deseo tan solo ahondar un poco mas en este análisis cultural, y de paso, explicar (con esperanzas de una retroalimentación) esta mal llamada “teoría” sensible.

Pues bien, todos poseemos emociones, nos pertenecen como la vida le pertenece a la muerte (y viceversa), y no dejamos de admirarlas (en el caso del amor) como de aborrecerlas (tristeza). Sin embargo, si observamos un poco, encontramos mucha valoración en nuestras emociones; las tildamos de “malas”, las etiquetamos de “buenas”, las llamamos repulsivas, entre otras denominaciones. Lo que se sostiene pues es que estas etiquetas axiológicas no son introducidas por nosotros, sino por causa de un ente exógeno; por la cultura. Las emociones (como decía Lutz) pueden entenderse como fuerzas que nombran, justifican y persuaden de un logro social más que individual: un producto emergente de la vida social. Asimismo, muy aparte de esta acotación, es necesario saber también que las culturas complejas han mutado a paso veloz es decir, las culturas han venido desarrollándose conjunto con el hombre, esto debido a que su tecnósfera cambió constantemente (ejemplos claros son la palabra hablada, la escritura y la tecnología informática) Ahora bien, si reconocemos que tanto las valoraciones como las mismas emociones en si son propiedades culturales y que las culturas han cambiado a lo largo de la historia, podemos afirmar cientificamente que nuestras emociones no son las mismas que las emociones de las personas que vivían en culturas antecedentes. Es decir, al cambiar las culturas cambiaron las emociones, afectos, pasiones y demás conceptualizaciones referidas al sentimiento y percepción humana.

Fijémonos bien, nuestro amor propio actual (emoción característica de nuestra cultura según Elena Pulcini), no es igual ni al narcicismo freudiano ni al amor a si mismo de sociedades orales. Tampoco nuestra ira o cólera modernas son comparables a la ira/cólera de la ilustración o al “Cholos” o “memis” griegos. El punto es que se esta interpretando (en el lenguaje cotidiano) a las emociones de manera inadecuada, se esta cometiendo una negligencia emocional en la que se ve implicada no solo la represión de los afectos y pasiones, sino que funciona tambien como coerción en el “Yo” y el “”: el humano en si y para si. Esto es, el comportamiento humano se encuentra mal analizado, no solo por las personas acientíficas, sino también por los mismos hombres de ciencia, como los psicólogos, principales estudiosos de las emociones. Sin embargo, nace una oportunidad para comprender el fenómeno emocional gracias al estudio de otras ciencias aparentemente desentendidas de la psicología. Partiendo de Alvin Tofler y de estudios semiológicos diversos, se puede trifurcar a los cambios históricos sin temor a dudas de acuerdo al plano psicológico: Edad tribual, Edad platónica y Edad Sensible o “Mundo de los Sentidos” se convierten entonces en punto de partida para el análisis de las emociones.

Existe con todo esto un desconocimiento de nosotros mismos y de nuestro ambiente social, de las características que posee este mundo de los sentidos, y del comportamiento humano moderno. Se desconoce la presencia de un cartesianismo afectivo inconciente, de dialécticas negligentes, de la muerte de la religión, de la libre percepción, del cambio de los signos, del sentido nuevo de la realidad, de la incompetencia de la llamada “inteligencia emocional”, del etiquetar a las emociones como “buenas” o “malas”…de la muerte de Dios como emoción inmensurable y exclusiva del hombre, y el nacimiento de los dioses dormidos, dioses heterogéneos, dioses de verdad. Toda esta idea madura mientras el pre-texto se torna más misterioso y a la vez más provocativo: "(…)mala suerte para ellos, porque el mundo cambiará...y cambiará pues”

2 puntos de vista:

Anónimo dijo...

te refieres entonces a una mala interpretacion de las emociones en nuestra cultura moderna?

Filoterario dijo...

Asi es. Existe una innegable defectuosa interpretacion de las emociones ya que su analisis parte desde una percepción escribal/racionalista (edad platonica). Gracias por tu comentario, espero que continues siguiendonos.