Pirausta en el fin del Mundo.

Por: Eduardo Yalán Dongo
"El Bien es el elemento pasivo sumiso a la razón.
El Mal es el activo que brota de la energía"
William Blake - El matrimonio del cielo y el infierno-

¿Por qué cuando hablamos del fin de los tiempos tenemos que exaltar nuestra esperanza cartesiana por una supervivencia que creíamos segura?, decimos “nos iremos a Marte quizá cuando el mundo no este” o “el ser humano podrá controlar todo lo que se venga”. De esta forma, verdaderamente enfervorizados, nos asumimos como parte del futuro, de no ser así, nuestra esperanza cartesiana se apagaría. Realmente no tenemos esperanza en el futuro, sino que estas palabras de aliento humano hacen sentir bien al organismo y a la vitalidad presente. Decimos que nos ira bien en el futuro no por creer en una vida en este último, sino porque estamos habituados a sentirnos bien en el presente, esto nos contenta y nos calma en el Aquí y el Ahora. Si situamos el mensaje de “el fin del mundo” como un mensaje enfocado en el Aquí y el Ahora y no en el futuro, entonces ¿Qué podríamos descifrar? ¿Quién será el Remitente y el perfecto destinatario de este mensaje?

Quiero abrir este artículo con un breve relato sobre la Pirausta, breve, porque la historia mitológica de la Pirausta en si es breve como su descripción. Se trata pues de una mariposa que los “antiguos” suponían vivía en el fuego y que moría si se apartaba de él (Del lat. pyrausta, y este del gr. πυραύστης, como asevera la Real Academia). Esta mariposa recorrió las tradiciones orales y se introdujo en el desprecio de la palabra escrita del mundo civilizado, citada siempre como representación directa del hombre, siendo el fuego de las velas o de las antorchas la representación metafórica del ardor del ánimo o de las pasiones. Cuando un tal San Fransico de Sales le escribe al un casi desconocido Duque de Bellegarde: “Espero que permaneceréis como un céleste pirausta, entre las llamas, sin dañar vuestras alas” o Cuando Erasmo dice “La mayor locura de todas las locuras es la muerte de la mariposa en la llama” o cuando Sebastián de Covarrubias llegará a decir, que la mariposa “es un animalito... el más imbécil de todos los que puede haber” se refieren principalmente al hombre y a esa imbecilidad que según ellos lo motivan a refugiarse en las pasiones y emociones humanas. Sabemos pues que para los moralistas eruditos las emociones humanas son un tipo de chapucería indigna de la razón. Seria pues que la Pirausta (el hombre sensible) sea un animal estúpido, por vivir solo en el ardor emocional por depender de sus emociones antes de su razón.

Ahora bien, el hombre piraústico es el impera en nuestra actualidad, el hombre que quiere sentir antes que pensar, el hombre que le interesa la poesía y la música antes que la filosofía y la matemática lógica; la cultura sensible dicta entonces que seamos sensibles, que vivamos aleteando sobre las emociones humanas y que posiblemente nos quememos ¿es “malo” esto? Al contrario, esto hace que acrezca nuestra vitalidad para con la vida, hace que amemos el aquí y el ahora. Sí nos ponemos a pensar en el mensaje de “el fin del mundo” (películas, documentales, descubrimientos maya, calendarios perdidos, etc.) o en “la gripe AH1N1” (que curiosamente se encuentra más promovida por Latinoamérica, donde se sabe que somos de característica mas oral/sensible) entonces diríamos que es el mensaje perfecto para una cultura como la nuestra. ¿Resultaría efectivo afirmar que “el fin del mundo” dentro de una cultura donde todos estén habituados a reflexionar, al debate racional, a la lógica del pensamiento? No. La razón es en si misma hiriente, seca y cruda, un mensaje emocional no causaría gran revuelo en una época escribal como la antecedente. Pero sí lo haría en una época como la nuestra, donde se sabe que somos piraústicos, donde vivimos volando cerca del ardor y los turbulentos registros emocionales. Un mensaje emocional dirigido a una cultura emocional es sumamente efectivo, un mensaje racional, por el contrario, no lo es. Somos una raza que quiere extinguirse, pero no aquí, ni mucho menos ahora. En base a esto podemos señalar a nuestro emisor y a nuestro destinatario.

1 puntos de vista:

luis_javalmar dijo...

"El Bien es el elemento pasivo sumiso a la razón.
El Mal es el activo que brota de la energía"
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No habia escuchado esta frase de Blake, alucinante.