Pesas mucho mi vida

Fotografía: Claudia Villaseca Flores

Por: Eduardo Yalán Dongo


“Toda persona tiene derecho a la vida.”
Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión europea (Articulo 2º)

¿En qué momento, que no me di cuenta, llegaste a engordar tanto? En todo caso, ¿Cuándo fue que te almidonaste, estructura presa? ¿Cuándo te inflaste tanto y te volviste tan pesada? ¿Cuántos fueron los que te rellenaron, docta indolente, de latosa carga? Como simiesco repite “Elefante”: “Así es la vida”. Pero así no eras antes, ¿o tal vez soy yo el que te ve muy flatulenta y rellena? al menos ahora sé que no hay dieta que te pare, sé que te hacen tragar a pesar de tu llenura cada almizclado bocado universal, infinito, eterno, lejano, inflado, gaseoso: ¿En qué momento la vida nos llego a pesar tanto? Bonita pregunta ¿no? A lo mejor Prometeo o Jesucristo la abstrajeron durante sus penitencias, ambos quizá, en esos arranques filosóficos que tenemos todos los sacrílegos, habrán pensado “¿en qué momento la vida pesa tanto, pero tanto, que incluso mi decisión queda enajenada?”

La biología indica que la vida comienza en la unión indefectible de los gametos, en ese instante, en ese segundo lascivo dicen que se origina la vida humana. Evidentemente es aun una vida no desplegada, es más, una vida aun no inmersa en el proceso y complejidad de desarrollo. Todos, hasta mi gato, hemos pasado por esto, de gametos unificados hasta el desarrollo completo del cuerpo, y no hay forma de contradecir tal Verdad. Pero repregunto ¿en qué momento la vida llego a pesar tanto? Y es que su carga no tiene nada que ver con la mera aceptación de nuestras acciones (errores, virtudes, simulacros etc.), o con la verdad biológica antes mentada. Cuando hablo de “carga” hablo del valor que le hemos imputado y que venimos arrastrando desde hace algunas cuadras atrás: la vida desde la axiología. Le hemos yuxtapuesto a la noción de /vida/ una carga kantiana; “la vida se la respeta aquí y en la China”, la vida vale tanto e incluso mucho más que tu propia motivación de morir, vale tanto o mas que tu elección de decidir sobre ti mismo, vale tanto o mas que tu naturaleza humana, vale mas que yo, ¡pesa más que yo! y esto “tienes que respetarlo así no quieras”.

Esto va más allá de los debates obstetras de si el niño sufre o no cuando se ejecuta un aborto, de si el gameto es considerado persona o no, si el embrión siente o no, si el niño puede decidir o no, estoy hablando de ¿Por qué se siente pesada la vida? ¿Por qué menos la elección humana? ¿Por qué antes no pesaba así? ¿Es porque la hemos rellenado tanto que ya es muy visible su gordura? No, no es eso. Es la vida la que aparece ante nuestros ojos como pesada, como valiosa no porque se haya (o la hayamos) transformado de esta manera, sino porque nuestro propio cambio, nuestro propio medio, ha cambiado, porque nosotros mismos lo hemos hecho. Somos desinteresados, somos flojos, queremos tener nuestro propio blog, queremos ser autosuficientes, somos ya casi pos(pos)modernos. La vida sigue siendo la misma porque los conceptos son eternos, porque son universales, y a la gente aun enraizada en el pasado no le gusta (e incluso les irrita) bajar del monte y ver a su pueblo danzar, beber, y hacer lo que quieran. Pro-vida vs Pro-elección: modernidad vs posmodernidad, escribalidad vs electronalidad, El Universo vs el particular, el todo vs la parte, la moral vs el hombre. Las tendencias están sobre la mesa.

La vida nos pesa mucho y a nosotros no nos gusta ese peso, a las nuevas generaciones que no tienen a un Kant como modelo ideal de comportamiento, les parecen vencidas las leyes, la moral, la ética universal, aman la particularidad, ya pueden diferenciarse, ya pueden dejar incluso de ser reproducciones en serie, ya pueden decidir sobre su propio cuerpo. Esto va más allá de si estoy de acuerdo o no con el aborto, si soy un asesino o no, de si el gameto es un individuo o no, de si soy “hombre” para aceptar mis “irresponsabilidades” o no, u otras falacias post hoc ergo propter hoc, esto es posmodernidad y pos(pos)modernidad…esto es simple e inevitable desinterés.

“Haz lo que tú quieras será toda ley”
“No hay ley más allá de lo qué tú quieras”
Alesteir Crowley – Liber Al Vel Legis

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