El hombre y la seguridad.


Por: Eduardo Yalán Dongo


¿Alguna vez hemos pensado acerca de aquello que nos sujeta irremediablemente a nuestra sociedad, a nuestra familia, a nuestros conceptos, a nuestra vida? Particularmente pienso, y es algo que lo tengo muy claro, que en la vida social emana el hedor de la seguridad. La seguridad ha regido y rige nuestra sociedad, créanlo o no.

Queremos ser seguros, queremos que nuestra sociedad nos acoja, queremos que nuestros padres nos quieran, queremos tener un buen empleo, queremos no morir (eternizarnos), queremos ser reconocidos: todo esto no existiría sin la seguridad. Queremos estar seguros de nosotros mismos. Y como podemos ver, la seguridad es también el hacer que todo sea conocido, ejemplo; un niño nace y sus padres quieren que aprenda su lengua, quieren que el neonato aprenda su cultura, quieren que tenga una buena educación ¿para que? Para hacerlo conocido. Si estos mismos padres encontraran en la calle a un niño abismalmente distinto a lo “conocido” entonces lo catalogarían como “no conocido”, les daría miedo y curiosidad, tratarían en lo posible de darle educación, lengua, cultura, es decir hacerlo conocido. De aquí se fundamenta la evangelización y las misiones; incluso se fundamenta tambien cuando un cristiano se asusta cuando escucha que alguien no cree en la Virgen Maria (como es mi caso).

Si escuchamos, por ejemplo, un sonido que no corresponde a ningún dato almacenado por la memoria, entonces ese sonido nos parecerá misterioso, malicioso, es decir, cargaremos de un sin numero de valores al fenómeno si es que no es conocido, si es que no esta “seguro” en nuestra sociedad, si es que no es compatible. El racismo se explica de una manera casi igual. El racista cuando discrimina al individuo con piel “inferior” no esta mas que diciéndole: “me das miedo porque no perteneces a lo conocido” o sino “como yo soy el líder de los conocidos y como tu color de piel no pertenece a la seguridad de nuestra piel, entonces te mereces el desprecio”. Se sabrá que tanto los padres como los santos, como los racistas y demás educadores tienen como meta principal el hacer “conocido” al individuo, al niño, al indio ignorante, al cholo cobrizo, y todo individuo que se encuentre con el letrero de “no conocido”. De alguna manera Heraclito, Jesús, Spinoza, Nietzsche, y otros célebres personajes fueron tan vapuleados por ser únicamente “no correspondientes a lo ya conocido”. (Entiéndase que ahora a Jesús, sus discípulos lo han convertido en un “metajesus”, un individuo que nada tenía que ver con lo predicó, es decir, hemos hecho conocido a Jesús)

Al ser humano, por no decir el vulgo, le cuesta mucho hacer frente a este tema, al ser humano le cuesta mucho entender lo “no conocido”. Por eso que se crean santos y dioses cuando tan solo hay fuerzas de energía y uno que otro imaginario sensual.

Hay que tener cuidado cuando incluso hablamos, cuando valoramos, porque la valoración no es otra cosa que la manifestación clara de la seguridad. La seguridad señores es necesaria como repudiable, debemos entenderla y no simplemente decir: “diablos entonces voy a volverme completamente inseguro” esa no es la idea.

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