Pensamiento peruano; entre la rana y el águila.

Por: Eduardo Yalán Dongo.

El pensamiento filosófico peruano, una primitiva oración de Salazar Bondy nos acerca a la problemática del pensamiento peruano: “Se piensa de acuerdo con moldes teóricos previamente confirmados por los modelos del pensamiento occidental, sobre todo europeo, importado en la forma de corrientes de ideas, escuelas, sistemas totalmente definidos y completos en su contenido e intención. Filosofar para los hispanoamericanos es adoptar un ismo extranjero” (Salazar Bondy: ¿Existe una filosofía de nuestra América? 1968). Si y No. La oración de Bondy es el sentido común de los pensadores peruanos, la reafirmación de lo nacional frente a lo internacional es el consecuente y entendible efecto que tal vez bifurca a la cultura. ¿Porque?

La filosofía en el Perú ha estado sometida al la eufemística Filosofía Latinoamericana, que a su vez, depende y se amamanta de corrientes europeas. En nuestra cultura, los que destacaron esta característica fueron los preclaritos Augusto Salazar Bondy y Francisco Miro Quesada. Ahora bien, las dos visiones que determinan el pensamiento están expuestas y desnudas: la visión del ave y la visión de la rana (Af. 2 Jenseits von Gut und Böse) la visión del ave es de aquellas personas que miran a su cultura con desprecio, desde las alturas de la enajenación y la soberbia (la estimación de un hombre en mas de lo justo). La alineación ante todo, citar a filosofías occidentales es el suceso de todos los días, la música extranjera, la ropa internacional, la creencia occidental, es la excitación de este vulgo.

Por otro lado esta la mirada de la rana. Esta es una de mis favoritas, ya que la veo todos los días por donde vaya. Las personas miran a las “cosas” occidentales con un total desprecio, si bien no expuesto, claramente impuesto, subrepticio. Una persona puede ser una típica “rana” si contradice a “algo o alguien” por el mero hecho de negarlo, cuando promulga la negación (contradicción) de la fuerza. Vivimos con esta cultura, esa cultura que dice como un padre a su hijo “¡Ah! No te comerás la comida?! ¡Entonces te quitare un juguete!”, el motor de nuestra cultura es la dialéctica, esa mirada de rana que odio tanto y a la vez alabo. El punto no es dejar de ser ni águila ni rana, sino integrar a ambos en nuestra percepción de la realidad.

Una cosa es la filosofía peruana y otra la filosofía hecha en el Perú (como lo afirma Fidel Tubito), si bien no tenemos propiamente una filosofía peruana que fundamente nuestro presente, si poseemos una filosofía hecha en el Perú como espíritu que nos antecede. En otras palabras, antes, incluso desde los tiempos de Mariategui, no existía propiamente una filosofía peruana, mas ahora si la hay, existe un estudio complejo de la realidad peruana, la antropología, la sociología, la semiótica, la filosofía, y la historia se han aplicado de tal manera que están purgando ese excedente occidental que nos ha determinado durante décadas. Que no quepa la menor duda que nos encontramos desarrollando la percepción de la realidad peruana, la ejercitación de la tolerancia cultural y la conciencia crítica subyacen. Si bien se ha regularizado el desbalance entre la influencia occidental y la nacional, nos queda mucho por hacer con respecto a esta palabra que alabo tanto INTEGRACIÓN. ¡Atención! Lo que estoy proclamando no es una astucia teórica que se esmera por rellenar páginas virtuales, ¡No! Lo que blando es la vivida expresión empírica y fuertemente comprobada, probada... testada.

2 puntos de vista:

Dina Bellrham dijo...

Interesante, me ando culturizando... lo mismo pasa en mi país...

Anónimo dijo...

he leido casi todos tus textos y siempre mencionas la palabra integración. es muy interesante.