Lisa Mona

El cuento inédito es de Gonzalo Bachman


Eran casi las tres. Por ahí. Más o menos. Eso pensaba yo. El reloj seguía avanzando y aun no terminaba de pensar en ella. Cada pestañada me dibujaba, en medio de la oscuridad de mi párpado, su tierno rostro, el mismo que se esfumaba como los ojos de mi mona lisa en medio de mi escritorio. La ventana gotosa me contaba la historia de una joven llamada lluvia que se había enamorado de un árbol; y el árbol, de ella.
La vida de ambos estaba lista para ser escrita y para ser guardada en la cajita musical que guardaba Pandora. El árbol le cantaba serenatas a la lluvia para que ella salga todas las noches de ese inquieto invierno; ella soñaba que el destino los unía. Y así fue. Ella salió a buscarlo justo esa noche, la misma noche de las que les hablo, la misma en la que salió presurosa, la lluvia, a buscar al árbol, y se dejó caer en sus brazos, derramando lagrimas de felicidad en mi ventana. Yo no dejaba de pensar en ella. Cada vez que cerraba los ojos, la volvía a ver. Y cada vez que los abría, se esfumaba. La linda Lisa en cuerpo de cualquier otra mujer. Temblaba tan solo de pensar en el reloj. Cada segundo, cada momento fuera de ella era el más largo.
La mujer más linda del mundo, de mi mundo, del de todos, no estaba precisamente en él. ¿O, si? No lo sé. Solo sé que vivía en mi mente, enjaulada entre sueños, pasiones, lágrimas, recuerdos de caricias, de noches en vela, como ésta, como todas, como cada una de las que me andan llevando por este sendero. No sé cuanto más pueda aguantar.
El reloj me avisa que es hora de dejar ya la pluma, mi escritorio, la imagen de mi lisa mona, mis ilusiones. El reloj me avisa que ya es hora de ir a dormir, a vivir aquella realidad distante en sueños. Dejar aquella ataraxia de monas y lisas, dejar ese esfumato, dejar todas aquellas ilusiones de árboles y lluvias, de amores de noche, y reemplazarlas por sueños.
Porque los sueños son más reales que estos débiles suspiros de vagabundo enamorado, que dibuja nubes donde no las hay, que dibuja lunas todo el día, por las ansias de que llegue la noche y que la luna llena de lisas monas le acaricie el rostro, y lo bese hasta el amanecer.

2 puntos de vista:

Filoterario dijo...

FELIZ CUMPLEÑAOS GONZALO BACHMAN...!

esta genial el cuento...amigo mio!

Anónimo dijo...

Lindo cuento, pero ¿quién es G. Bach?... mandenle mis saludos...

Interesante blog,
Alexandra