Hace poco el ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, alertó al mundo de una “catástrofe” que ocurriría a nivel mundial si es que el hombre no lo evitaba. Esta vez no eran los odiosos metaleros que su pudiente esposa censuraba hasta orgasmos de rabia, esta vez la mirada de Gore se focalizó en la naturaleza, en el hombre natural. “Una verdad incomoda” (2006/2008) documental acerca de el calentamiento del globo y sus efectos “nocivos” fue un éxito en taquilla y hasta le dió a Gore un premio novel de la paz ¡Que gran honor para un ex vicepresidente! La verdad es que este adefesiero documental es un efecto de nuestra transición cultural -otra vez con lo mismo dirán- el cambio de nuestra cultura pone a dos enemigos cuyos puestos de combate fueron augurados por las películas de ficción (Mundo acuático o the road warrior entre las que mas me gustan) me refiero a “el hombre tecnológico” y “el hombre natural”.
Veamos primero a Jean-Jacques Rousseau, un gran filósofo cuya inspiración estuvo en hombres como Platón o Aristóteles, este pensador se resistía a ser seducido por la expresión moderna, por la tecnología y los avatares de la historia. Decía que el progreso histórico solo había ayudado al hombre a cosechar mayor desgracia en su vida. Rousseau, esa gran araña chaposa, es el símbolo del pensamiento moderno, aun pensamos como Rousseau, su carnívoro historicismo vive aun en diferentes opiniones (especialmente ecológicas); si bien ya hemos tomado conciencia de este historicismo, aun no lo entendemos como fenómeno. La cultura y la tecnología han evolucionado, NO se puede decir que existe un “beneficio” o “maleficio” dentro de esta evolución cultural, sin embargo, aun se mira a este cambio con la vista de un coleccionista de antigüedades. Por ejemplo, es cierto que la tecnología ha hecho que las necesidades sean cada vez más insatisfechas, pero esto no quiere decir que se haya generado una mayor “desgracia” en la vida del hombre, como decía Rousseau. Los Rousseau modernos piensan que un hombre menos tecnológico y más natural es un hombre feliz, al menos Al Gore piensa así.
Se busca por todos los medios hacer que el hombre natural, es decir el hombre con necesidades primarias y fáciles de satisfacer, conviva con la naturaleza y que ambos se retroalimenten sin dominarse el uno al otro (lo cual es absurdo); la naturaleza, dicen, no debe de manipularse y por lo demás debe ser cuidada. La verdad no adjudico nada “malo” a esta opinión. Lo vergonzoso esta cuando se sugiere abolir al hombre tecnológico y al hombre económico (Homo Economicus) para satisfacer al hombre natural (Animalis Homo) –que dicho sea de paso es el hombre reliquia- ; por ejemplo, se sugiere que cese la operatividad de la industria eléctrica a niveles porcentuales bárbaros, (esto para evitar el deshielo de los polos), o también que se evite la industrialización, o que se controle la tecnología; es decir el hombre económico debe parar su interés por satisfacerse para volverse antiguo, volverse “natural”. Ahora bien, suponiendo que el hombre natural prospera frente a la tecnología, frente al hombre económico/tecnológico ¿a caso este retroceso se dará en nuestra cultura, existirá la intención de volver al hombre natural? La verdad es que no. El hombre natural implica un retroceso económico, un retroceso en tecnología y un retroceso en evolución, algo que no estamos dispuestos a hacer. La cultura moderna exige que sea la tecnología el único medio para volver a hacer habitable la tierra, extinguirla no es el mejor camino para solucionar la crisis ecológica.
Veamos primero a Jean-Jacques Rousseau, un gran filósofo cuya inspiración estuvo en hombres como Platón o Aristóteles, este pensador se resistía a ser seducido por la expresión moderna, por la tecnología y los avatares de la historia. Decía que el progreso histórico solo había ayudado al hombre a cosechar mayor desgracia en su vida. Rousseau, esa gran araña chaposa, es el símbolo del pensamiento moderno, aun pensamos como Rousseau, su carnívoro historicismo vive aun en diferentes opiniones (especialmente ecológicas); si bien ya hemos tomado conciencia de este historicismo, aun no lo entendemos como fenómeno. La cultura y la tecnología han evolucionado, NO se puede decir que existe un “beneficio” o “maleficio” dentro de esta evolución cultural, sin embargo, aun se mira a este cambio con la vista de un coleccionista de antigüedades. Por ejemplo, es cierto que la tecnología ha hecho que las necesidades sean cada vez más insatisfechas, pero esto no quiere decir que se haya generado una mayor “desgracia” en la vida del hombre, como decía Rousseau. Los Rousseau modernos piensan que un hombre menos tecnológico y más natural es un hombre feliz, al menos Al Gore piensa así.
Se busca por todos los medios hacer que el hombre natural, es decir el hombre con necesidades primarias y fáciles de satisfacer, conviva con la naturaleza y que ambos se retroalimenten sin dominarse el uno al otro (lo cual es absurdo); la naturaleza, dicen, no debe de manipularse y por lo demás debe ser cuidada. La verdad no adjudico nada “malo” a esta opinión. Lo vergonzoso esta cuando se sugiere abolir al hombre tecnológico y al hombre económico (Homo Economicus) para satisfacer al hombre natural (Animalis Homo) –que dicho sea de paso es el hombre reliquia- ; por ejemplo, se sugiere que cese la operatividad de la industria eléctrica a niveles porcentuales bárbaros, (esto para evitar el deshielo de los polos), o también que se evite la industrialización, o que se controle la tecnología; es decir el hombre económico debe parar su interés por satisfacerse para volverse antiguo, volverse “natural”. Ahora bien, suponiendo que el hombre natural prospera frente a la tecnología, frente al hombre económico/tecnológico ¿a caso este retroceso se dará en nuestra cultura, existirá la intención de volver al hombre natural? La verdad es que no. El hombre natural implica un retroceso económico, un retroceso en tecnología y un retroceso en evolución, algo que no estamos dispuestos a hacer. La cultura moderna exige que sea la tecnología el único medio para volver a hacer habitable la tierra, extinguirla no es el mejor camino para solucionar la crisis ecológica.
Si nos exaltamos cuando se protege al hombre tecnológico antes que al hombre natural es porque se nos ha acostumbrado a pensar que la naturaleza es un agente que esta de nuestro lado. Sin embargo, la vida es voluntad de poder, la naturaleza no era un agente aliado, sino un contendor, algo que ha peleado junto con nosotros por dominar el globo. Evidentemente hemos ganado la guerra, desde estancias tribales hasta épocas modernas el hombre ha domesticado la naturaleza, ¿Entonces por qué tenemos tanta pena de perderla? Porque, como decía el joven Principito: “si uno se deja domesticar, corre el riesgo de llorar un poco” La tecnología es nuestra nueva cultura, si el hombre desaparece o sobrevive será por el solo manejo de la tecnología, no de la naturaleza.
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