Por: Pedro Crespo
¿A cuántos asesinos conoces? ...
En base a una entrevista, les presento a uno.
¿A cuántos asesinos conoces? ...
En base a una entrevista, les presento a uno.
Elmo Molina fue un asesino de sangre helada. El Perú, Colombia, Honduras y Brasil fueron algunos lugares en su etapa de internacionalización criminal. No atosigó a vehementes líderes pandilleros, él tenía el poder en sus manos. Respetado hasta el terror, entiende las oportunidades como el medio de rescate y son estas las que lo mueven en su altruismo actual. Elmo es un ejemplo como pocos. Su vida protagonizó las facetas de un profundo cambio humano.
El niño que inicia
“No solo todos los grandes hombres, sino todos aquellos que se elevan,
aunque sea poco, por encima del nivel ordinario, deben ser, en
virtud de su propia naturaleza, unos criminales necesariamente.
De otra manera, les sería difícil salir del montón”
Crimen y Castigo, Dostoievski
Un niño abre los ojos y se encuentra con un mundo nuevo. Es la alegría de los padres, es el amanecer de un futuro, es el inicio de una vida. Juega con personajes imaginarios y crea mundos paralelos que se estremecen entre canciones de mamá.
Salí a la calle cuando hubo un temblor, mis padres me dejaban la comida cocinada porque salían a trabajar y regresaban tarde. Luego del temblor, conocí a un grupo de muchachos que solo había visto por debajo de la puerta. Yo solo los veía como zapatitos que corrían y jugaban pelota en las calles de Cercado de Lima.
Pero el mundo es menos sensible que esos ojos que recién han abierto sus curiosidades, anhelos y ansias de vivir.
Cuando salgo de esa pared de mi casa, me encuentro con un grupo de muchachos, y algunos ya lustraban zapatos.
Las necesidades se hacen vigentes y molestas, el niño también tiene su emprendimiento.
Yo vi la necesidad en mi casa, y, bueno, pensé que podía ayudar lustrando zapatos para ganar un sencillo. Cuando mis padres salían a trabajar, yo salía con mis amigos a chambear. Pero, poco a poco, fui conociendo chicos en la calle, que no lustraban zapatos pero ganaban más dinero. Y dejé de lustrar zapatos, y me empecé a robar los zapatos de la gente. Y así empecé en las calles…
Hasta que un día no regresé más.
El joven que determina
“(…) hasta cierto punto, los criminales son gente más limpia, más inofensiva;
esta afirmación no la hago porque yo mismo haya matado a un ser humano:
es una honesta y profunda convicción”
El Túnel, Sábato
El criminal anda por la oscuridad, predispuesto a disparar. Escapa del sol, como centinela de sombras y siempre en vigencia de anonimato: observa atento, él solo observa y actúa, no hay espacio para pensar, no hay espacio para sentir…
Año 86: estuve en favelas del Rosario, Santa Clara, en Brasil. Estuve en bandas juveniles, realicé asaltos y homicidios.
El criminal se sumerge en el espesor de lo malvado, palabrea con cuchillos y carga rifles despiadados. Flota anestesiado en su propia desgracia: sus dedos ya no tiemblan, sus sueños ya no lo martirizan.
Nuevamente en Perú, organicé pandillas.
Año 89: entré al narcotráfico en Tocache. Viajé a Colombia y estuve metido en la pandilla Los Parches: hacía asaltos, asesinatos. Fui deportado por asalto a mano armada.
El criminal venera la venganza, se subyuga al remordimiento. Congela lo humano, se vuelve sangre vehemente y perniciosa. Es adictivo al pozo, a lo oscuro, a lo escabroso…
Año 90: Nuevamente, volví a Colombia y estuve metido en la banda de Pablo Escobar, que tenía un total de 420 bandas de jóvenes armados en Medellín. Había una lucha por el control de la droga.
El criminal cosecha muertos, siembra balas, exporta lágrimas…
El pozo es más hondo de lo deseado. El niño emprendedor ya dejó su posición, ahora es un joven que cambió la agraciada búsqueda por lo sanguinario y prieto.
Año 91: estuve metido en San Pedro de Honduras con las Maras Salvatruchas. Ahora, era parte de la Mara. Entrar ahí tiene una iniciación: matar a alguien por gusto. Desde ese momento, ya eres parte de la Mara. Te dan un arma, y te dicen: ese que te está mirando, métele un tiro. Y tienes que metérselo. Te involucran en delitos graves: el manejo de armas y homicidio. Ya perteneces a ellos.
El hombre reflexivo
Esto, según lo entiendo, se debe a que todos los seres humanos,
tal como los encontramos, son mezcla del bien y del mal”
El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Stevenson
Con las manos cubriéndose el rostro, el criminal encuentra la pequeña flama de luz, el coraje de escapar del pozo. Sin nunca olvidar lo que hizo (aquellos ojos asesinados, aquella yugular cortada, aquellas balas embadurnadas)…
Producto de esa vida que tuve en la calle tengo cinco impactos de bala en el cuerpo. Tuve una de las pandillas más grande y más conocida: Los halcones, con 147 integrantes. Una pandilla que tenía micro pandillas oprimidas. Todas las pandillas se acercaban a nosotros, éramos los más fuertes, los más respetados…
Aunque, el tenue brillo de la inminente salida vislumbra los falsos tejidos…
…pero luego me di cuenta que no era respeto, sino era temor lo que yo había creado en la gente. La gente me tenía miedo, pero yo lo veía como respeto.
De repente, el criminal calla y escucha a su alma contar su historia…
He estado recluido en centro de menores. Estuve también preso. Cuando tenía 23 años tenía impactos de bala, tres intentos de suicidio. Tenía 20 pero me sentía como de 80. Me perseguía la policía, me perseguían los terroristas, me perseguían las pandillas.
…y explicarle sus conclusiones
Yo no podía caminar libre, estaba libre, pero preso por los problemas que tenia.
Elmo, hoy en día, vive con su familia. Tiene dos hijos y ya es abuelo. Él dice que su experiencia en la calle lo ayuda a poder desempeñarse en su labor actual. El criminal es ahora consultor para el Ministerio del Interior peruano, y para el Instituto de Bienestar colombiano. Ahora, Elmo ayuda a jóvenes pandilleros en su regeneración social, les abre los ojos, les da oportunidad, les da lo que él hubiera querido recibir.
Ahora, el criminal asesina, únicamente, sus propios demonios.
El niño que inicia
“No solo todos los grandes hombres, sino todos aquellos que se elevan,
aunque sea poco, por encima del nivel ordinario, deben ser, en
virtud de su propia naturaleza, unos criminales necesariamente.
De otra manera, les sería difícil salir del montón”
Crimen y Castigo, Dostoievski
Un niño abre los ojos y se encuentra con un mundo nuevo. Es la alegría de los padres, es el amanecer de un futuro, es el inicio de una vida. Juega con personajes imaginarios y crea mundos paralelos que se estremecen entre canciones de mamá.
Salí a la calle cuando hubo un temblor, mis padres me dejaban la comida cocinada porque salían a trabajar y regresaban tarde. Luego del temblor, conocí a un grupo de muchachos que solo había visto por debajo de la puerta. Yo solo los veía como zapatitos que corrían y jugaban pelota en las calles de Cercado de Lima.
Pero el mundo es menos sensible que esos ojos que recién han abierto sus curiosidades, anhelos y ansias de vivir.
Cuando salgo de esa pared de mi casa, me encuentro con un grupo de muchachos, y algunos ya lustraban zapatos.
Las necesidades se hacen vigentes y molestas, el niño también tiene su emprendimiento.
Yo vi la necesidad en mi casa, y, bueno, pensé que podía ayudar lustrando zapatos para ganar un sencillo. Cuando mis padres salían a trabajar, yo salía con mis amigos a chambear. Pero, poco a poco, fui conociendo chicos en la calle, que no lustraban zapatos pero ganaban más dinero. Y dejé de lustrar zapatos, y me empecé a robar los zapatos de la gente. Y así empecé en las calles…
Hasta que un día no regresé más.
El joven que determina
“(…) hasta cierto punto, los criminales son gente más limpia, más inofensiva;
esta afirmación no la hago porque yo mismo haya matado a un ser humano:
es una honesta y profunda convicción”
El Túnel, Sábato
El criminal anda por la oscuridad, predispuesto a disparar. Escapa del sol, como centinela de sombras y siempre en vigencia de anonimato: observa atento, él solo observa y actúa, no hay espacio para pensar, no hay espacio para sentir…
Año 86: estuve en favelas del Rosario, Santa Clara, en Brasil. Estuve en bandas juveniles, realicé asaltos y homicidios.
El criminal se sumerge en el espesor de lo malvado, palabrea con cuchillos y carga rifles despiadados. Flota anestesiado en su propia desgracia: sus dedos ya no tiemblan, sus sueños ya no lo martirizan.
Nuevamente en Perú, organicé pandillas.
Año 89: entré al narcotráfico en Tocache. Viajé a Colombia y estuve metido en la pandilla Los Parches: hacía asaltos, asesinatos. Fui deportado por asalto a mano armada.
El criminal venera la venganza, se subyuga al remordimiento. Congela lo humano, se vuelve sangre vehemente y perniciosa. Es adictivo al pozo, a lo oscuro, a lo escabroso…
Año 90: Nuevamente, volví a Colombia y estuve metido en la banda de Pablo Escobar, que tenía un total de 420 bandas de jóvenes armados en Medellín. Había una lucha por el control de la droga.
El criminal cosecha muertos, siembra balas, exporta lágrimas…
El pozo es más hondo de lo deseado. El niño emprendedor ya dejó su posición, ahora es un joven que cambió la agraciada búsqueda por lo sanguinario y prieto.
Año 91: estuve metido en San Pedro de Honduras con las Maras Salvatruchas. Ahora, era parte de la Mara. Entrar ahí tiene una iniciación: matar a alguien por gusto. Desde ese momento, ya eres parte de la Mara. Te dan un arma, y te dicen: ese que te está mirando, métele un tiro. Y tienes que metérselo. Te involucran en delitos graves: el manejo de armas y homicidio. Ya perteneces a ellos.
El hombre reflexivo
Esto, según lo entiendo, se debe a que todos los seres humanos,
tal como los encontramos, son mezcla del bien y del mal”
El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Stevenson
Con las manos cubriéndose el rostro, el criminal encuentra la pequeña flama de luz, el coraje de escapar del pozo. Sin nunca olvidar lo que hizo (aquellos ojos asesinados, aquella yugular cortada, aquellas balas embadurnadas)…
Producto de esa vida que tuve en la calle tengo cinco impactos de bala en el cuerpo. Tuve una de las pandillas más grande y más conocida: Los halcones, con 147 integrantes. Una pandilla que tenía micro pandillas oprimidas. Todas las pandillas se acercaban a nosotros, éramos los más fuertes, los más respetados…
Aunque, el tenue brillo de la inminente salida vislumbra los falsos tejidos…
…pero luego me di cuenta que no era respeto, sino era temor lo que yo había creado en la gente. La gente me tenía miedo, pero yo lo veía como respeto.
De repente, el criminal calla y escucha a su alma contar su historia…
He estado recluido en centro de menores. Estuve también preso. Cuando tenía 23 años tenía impactos de bala, tres intentos de suicidio. Tenía 20 pero me sentía como de 80. Me perseguía la policía, me perseguían los terroristas, me perseguían las pandillas.
…y explicarle sus conclusiones
Yo no podía caminar libre, estaba libre, pero preso por los problemas que tenia.
Elmo, hoy en día, vive con su familia. Tiene dos hijos y ya es abuelo. Él dice que su experiencia en la calle lo ayuda a poder desempeñarse en su labor actual. El criminal es ahora consultor para el Ministerio del Interior peruano, y para el Instituto de Bienestar colombiano. Ahora, Elmo ayuda a jóvenes pandilleros en su regeneración social, les abre los ojos, les da oportunidad, les da lo que él hubiera querido recibir.
Ahora, el criminal asesina, únicamente, sus propios demonios.
6 puntos de vista:
Genial. Lo que me resulta confuso es determinar si este "asesino" actuaba por necesidad, por reconocimiento, o por alienación. Al parecer tuvo un final feliz, sin embargo como tu dices, Elmo debe estar aún "subyugado por el remordimiento". No lo veo como un asesino perfecto, sino un simple peón de faenas.
Recuerdo a un verdadero asesino, uno sin remordimiento ni compasión. Lastima que su existencia se limitara a la literatura de Joseph Conrad, en su libro "El agente secreto". Hay una parte que no la puedo olvidar aún, cuando el Profesor le increpa a Ossipon:
"Esas cosas no existen. Toda pasión se ha perdido ya. El mundo es mediocre, claudicante, sin fuerza. Y la locura y la desesperación son una fuerza. Y la fuerza es un crimen a los ojos de los tontos, los débiles y los bobos que tienen la sartén por el mango. Usted es mediocre (…) Todo el mundo es mediocre. ¡Locura y desesperación! Déme esas fuerzas como palanca y moveré el mundo”. (Conrad, Joseph, El agente secreto)
¿Para tí cual es el criminal perfecto?
El perfil de asesino de Elmo es de aquel que se le confunden las necesidades con la naturaleza, o mejor dicho, el que justifica su necesidad de asesinato con una necesidad de supervivencia. ¿Peón? de ninguna manera. Como muestra la entrevista, el asesino ha sido parte de bandas tan macabras como los Salvatruchas, el grupo de Escobar, de una banda en una favela brasilera y de una muy temida a inicios de los 90 en Lima. El fin del post es mostrar el cambio radical de algunos, en este caso de Elmo, que deberia somete al resto al respeto, a creer en el cambio humano. Elmo es uno de los grandes en el tema, no cabe duda.
es plausible. Pero aún no me llega a converser macabramente esa historia. No digo que sea indigna de que su caudal pare en la felicidad, sino que particularmente, los asesinos perfectos son maquinas que no tienen felicidad a posteriori, solo dolor. Lo que me fastídia es el arrepentimiento que tuvo el asesino...
Genial buena historia
A sacado el libro ya. Y si no cuando lo saca?
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