El espíritu de las drogas y el alcohol en nuestra época.

Por: Eduardo Yalán Dongo


Mi generación: los jóvenes. Los dilemas que se ciernen con respecto a sus intereses marcan y delimitan la frontera con la ideología, como dicen por allí “los jóvenes de hoy en día, no tienen ideología”. Gritan y aspavientan según la masa lo diga, los jóvenes son los revolucionarios de las causas que la misma masa les propone. No nos indignemos si la ciencia del espíritu y de lo absoluto se han perdido, se presiente entre esta juventud solo la intención de pertenecer a la apariencia, la intención de trabajar en una profesión de masas, para las masas, con trabajos atemporales y un matrimonio duradero. –Lamentablemente la genealogía de los atavismos es desconocida por las personas de mi edad, la juventud solo conoce los efectos y síntomas de la estupidez brindada graciosamente por las mismas drogas y la televisión-. Los aires nuevos profetizan ya que la memoria no existe, que se toma conciencia y después se pierde la misma, la voluntad de esa juventud (una contradicción entre ambas palabras), si se le puede llamar juventud, es solo anhelar el sexo prematuro, y el ocio por la masturbación ajena y permanecer sobre alimentados en un ambiente que se encuentre mas cerca de los bares y discotecas. Ni siquiera lo que se “hace” se produce en base a la fusión de la razón y la pasión, sino al hambre de alienación, en base a diversos y nuevos tipos de mecanismos de adaptación totalmente innecesarios. Si se pensara un poco, si se tomara en cuenta a la droga, la televisión, a lo otro, a aquellos medios que “aparentemente” nos perjudican de alguna manera, y se los apreciara desde un punto de vista donde nuestra conciencia se vea ejercitada, distinta sería la situación.

Las drogas, por ejemplo, se encuentran también trivializadas y han perdido su uso primitivo para el temporal acto del conocimiento propio, y la auto revelación de la autoconciencia como unidad que vincula los estados del inconciencia y la conciencia y/o súper yo. El mundo de los sentidos no es para todos, no todos poseen ese interés de ser algo más. Las drogas, como me dijo cierta vez un amigo mío, las consumen todos…yo le digo ahora, ¿Quienes dentro de esa mierda de todos puede llegar a la autoconciencia? Se me podría quizás objetar un pero: “¿pero quien cuando toma o bebe quiere conocerse a si mismo?” Bueno, la verdad es que nadie, y esto ensalza más “mi teoría”.

“Pero el hombre que regresa por la Puerta en el Muro ya no será nunca el mismo que salió por ella. Será más instruido y menos engreído, estará más contento y menos satisfecho de sí mismo, reconocerá su ignorancia más humildemente pero, al mismo tiempo, equipado para comprender la relación de las palabras con las cosas, del razonamiento sistemático con el insondable Misterio que trata, por siempre jamás, vanamente, de comprender”. (Adolf Huxley: Las puertas de la percepción)

La mutación mercantilista que ha sufrido el uso del psicotomimetico ha convertido a esta salida de la apariencia como un consumo netamente a favor del recreo y la distracción de su mundo pero sin buscar ese algo más planteado como tesis funcional en el presente artículo. La conciencia y los diferentes estados que sumergen al hombre en este mundo de los sentidos, como particularmente lo llamo yo, se hace como efecto o consecuencia del uso de los psicotomimeticos y de las pasiones que sumergen al hombre en este conocimiento. Pero hay que tomar en cuenta lo siguiente: el uso del alcohol y de drogas alucinógenas no son estrictamente el pase obligatorio para llegar al conocimiento propio, la pasión en si misma es también un fuerte e incluso más evidente umbral para el mundo sensitivo.

El alcohol, por otro lado, es el elemento más popular consumido hasta estos siglos, que posee un historial inigualable a cualquier droga conocida incluso más común que la marihuana y los calmantes. El alcohol, que es propiamente una droga, es consumido por la mayoría de personas, desde el vino, pasando por el ron, la cerveza, el vodka y una serie plural de líquido y néctar de dioses (como afirman muchos asiduos). La mayoría de las personas aseguran que aumenta su sociabilidad y bienestar, la discrepancia entre los efectos reales y los percibidos obedece a los efectos iniciales que produce en la mayoría de los usuarios, liberación de la tensión, sentimientos de felicidad y perdida de inhibiciones. El alcohol, como se entiende, es propiamente un calmante, y responde muy bien al sentimiento de inhibición que irradia al momento de su consumo. El psicoanalista peruano Alejandro Ferreyros afirma con gran contundencia acerca del uso indebido del alcohol:
"El Súper yo se diluye en alcohol. Por eso, para el que quiere ser más mandado y la que quiere perder el miedo a coquetear, el alcohol es como un regalo de Papa Noel".

Pero el alcohol no es simplemente un producto mercantil, es una sociología que debe ser aprovechada no solo para el esparcimiento o para el rechinar de encías de jóvenes ignorantes que gimotean ansiosos por su gravitación del sábado último. ¡No! Sinceramente hacer mercantil una experiencia que solo sirve, para este tipo de personas, al esparcimiento no es recomendable. A mi entender, la inhibición y el respiro de la tendencia dionisiaca del espíritu debe ser algo más importante, que merece prestar atención a su trascendencia inicua, inmoral. Si se busca inhibir el estado del súper yo, se debe hacer pensando en el conocimiento del si mismo, en generar una visión de cuales son los instintos que producen este tipo de excitación variada. Tanto el hombre como la mujer deben de reconocer sus instintos que son a veces infaustamente manifestados durante su estancia dionisiaca en el mundo de los sentidos. Ferreyros puede resumir esta una crítica expuesta en este breve artículo en un simple axioma:

“Desarrollar el aspecto cultural y social, y no trivializarla [al alcohol] como una bebida simplemente recreativa."

Llegamos al punto mas interesante de la tesis sensitiva; la adicción. La adicción es un estado de malformación en la voluntad del hombre. Las drogas adictivas producen una dependencia biológica o psicológica en el usuario y en la que la abstinencia conduce a un anhelo por la droga y en algunos casos puede ser irresistible. La dependencia de la droga es comparable a la religión y su dependencia hipócrita; como dijo un muy joven Marx en cierta ocasión, “la religión es el opio del pueblo” (prólogo a la filosofía del derecho- G.W.F. Hegel). La dependencia o adicción es, al igual que la religión, una manifestación de una voluntad de poder feble, de una voluntad ambigua y débil, la adición por ende es para personas que no comprenden el significado real del uso de las drogas y alcohol; el vulgo sin dientes para masticar bien. Simplemente si no hay voluntad de poder, no hay mundo de los sentidos. El dominio de uno mismo es ante todo primordial, si uno no es maestro de uno mismo, entonces este mundo de los sentidos se puede volver el arma más peligrosa para extinguirse, tal como pasa con los que reflexionan mucho y les gusta vivir mucho en su propio espacio sensible. La muerte es, para nuestro beneficio, una necesidad:

“La manifestación es el nacer y el perecer, que por si mismo no nace ni perece, sino que es en sí y constituye la realidad y el movimiento de la vida de la verdad. Lo verdadero es, de este modo, el delirio báquico, en el que ningún miembro escapa a la embriaguez, y como cada miembro, al disociarse, se disuelve inmediatamente por ello mismo, este delirio es, al mismo tiempo, la quietud traslucida y simple. Ante el foro de este movimiento no prevalecen las formas singulares del espíritu ni los pensamientos determinados, pero son tanto momentos positivos y necesarios como momentos negativos y llamados a desaparecer.” (G. W. F. Hegel – La fenomenología del espíritu)


2 puntos de vista:

Anónimo dijo...

Por Dios, que horribles sujetos... es una fiesta en la casa de carlos chafloque o que!!!

Anónimo dijo...

Excelente video de Les Luthiers!, cae a pelo con toda tu ensayo.