No me siento extranjero en ningún lugar

Por: Pedro Crespo

Por naturaleza, todos tenemos un gran aventurero encubierto. No estoy seguro si afirmar que es un asunto genético, pero que infeliz nuestra existencia si nunca hubiéramos tenido nuestro lado viajero: el ser errante.

Entre el cielo y el mar recorrió el hombre –aún no homo sapiens-, con larga trayectoria y cabeza gacha mil pueblos que fundaban y edificaban, que sucumbían y desaparecían; todo frente a la historia que los ignoraba. La lanza y la piedra eran instrumentos vitales de supervivencia. Armas que no solo lograban satisfacer el hambre, sino conquistar féminas, el más fuerte era muchas veces el elegido. Así cuando el alimento y la caza se agotaban en cierta región, pues la migración era la respuesta, caminar en busca de alimento, de techo y de aventura. Dentro de toda esta maraña de afirmaciones a medias, no me cabe duda que el hombre seria más interesante si nunca hubiera descubierto la agricultura. Esta nos volvió a largo plazo lo que somos: perezosos, aburridos y encasillados.

Ahora no pretendo ser nostálgico con el tema, más bien solo aprehendo de nuestra realidad para comprendernos y mejorarnos, y ese pequeño prólogo es mi fundamento histórico. Seré directo: viajar es la posibilidad que le deseo a todo el mundo, y a mi mismo. Conocer el mundo, mejora nuestro universo. Y cuando digo “el mundo” no invoco a la Muralla China, ni a los volcanes nórdicos, quizás tampoco a las ruinas aztecas y ni siquiera a las playas ecuatorianas. Me refiero a cualquier lugar que preste experiencias nuevas para abandonar nuestra rutina, holgazanería y encasillado mundo (se conoce que el consumismo ha logrado que los viajes sean un lujo, pero nunca dejemos que eso nos detenga). Alguna vez, un viajero francés me dijo – y fue tanta mi impresión que ya son seis años que lo recuerdo- en un bar de Toulosse que no había mejor remedio para el alma que conocer el mundo de manera solitaria. ¿han snetido la necesidad de escapar?, es 100% humano y por eso los invito a hacerlo. Coger únicamente lo necesario y salir sin permiso ni penas, dejando al temor frente a la televisión para atrofiarlo y no tenerlo más. Hablo de vencer ese temor que tantas veces trunca sueños y nos vuelve mediocres y frívolos. Al fin y al cabo, como trova Serrat, donde haya lumbre y vino podemos tener nuestro hogar.
En el viaje, el reencuentro con uno mismo, la introspección que suscita, es el mejor regalo que les dará la vida, no solo por la satisfacción personal de haber conocido –anótese que TODOS sueñan con viajar, más pocos se atreven-, más bien por saber que fuera de nuestro mundillo, de nuestra pituquería o pobreza, hay muchas más razones para vivir intenso y sin dosificar.

3 puntos de vista:

Luis Fonseca dijo...

hey quien lo escribio?

Luis Fonseca dijo...

es real, pasa muy seguido y bien dicho
"muchos sueñan con viajar, más pocos se atreven"

tu post me a animado a levantarme hoy dia de la cama para subir a cualquier tren que me llevara a ver nuevas cosas



cuidate bashura y guarda un poco para los amigos :D

Filoterario dijo...

Viaja Lucho, coge maletas, coge ropa, coge un sencillo... pero avísame, me voy contigo.