Residuo acumulado: la linealidad de la historia

Por: Eduardo Yalán

Se ha ahondado demasiado (un “demasiado” excesivo para mi gusto) en el trato cultural que le hemos dado a la historia, afirmar a la misma como un proceso dialectico y lineal quizá sea una solución poco exegética de la realidad. Hemos buscado una solución simple para un problema complejo tratando de hacer lógico un simple movimiento cultural. Bueno, les comento para des acumular residuos; varios autores de la escuela neo marxista/hegeliana afirman que la estructura histórica de las culturas tiene un código dialectico que hace a la historia completamente lógica y descifrable, es decir, Imaginan a la historia como una corriente que ha ido evolucionando por medio de la contradicción y la negación de culturas antecedentes. Por ejemplo, el comunismo evolucionó, según los dialecticos, en la democracia (en el ámbito político es donde el post-modernismo choca con el historicismo marxista) Los dialecticos afirman que el carácter lineal de la historia dice que el cambio del comunismo al capitalismo se debió a tópicos estrictamente basados en la contradicción (es decir debido a las contradicciones del comunismo es que surgió el capitalismo).

Estas personas solo nos dicen una cosa: que la historia apunta a un solo y mismo objetivo, que la historia es una totalidad de hechos, es una gran masa de caca que apunta al wáter. Sin embargo, esta idea, que aun rota cual residió acumulado de cenizas y polvo por nuestras calles, es totalmente improductiva. La historia esta completamente mal interpretada por los neo hegelianos (aunque sin el merito de llamarlos así) no es precisamente la historia una totalidad de hechos ocurridos, no es que las culturas se desarrollen de forma lineal con un fin incierto, no es que la cultura antecedente haya evolucionado en la cultura precedente, no.

A donde voy con todo esto. Hace pocos días escuche a una persona hablar acerca de la cultura post moderna (a la que llamo con cariño mundo de los sentidos) y de cómo esta, con todas sus características hasta ahora balbuceadas, había evolucionado. Decía que nuestra cultura era una evolución dialéctica de una cultura antecedente, llamada “cultura tradicional o cultura platónica” donde predominaba el ascetismo, la tradición y la era de la escribalidad (indirecta y directa). Esta persona hablaba indirectamente (casi inconscientemente) de nuestra cultura como algo superior y/o mejor a culturas pasadas, dando por hecho que la palabra “evolución” tiene una connotación léxica que inspira superioridad, felicidad y eternidad. Pero ni la cultura evoluciona, ni la historia es lineal, ni los fenómenos son dialecticos: el devenir de por sí no entiende de evoluciones o dialécticas tercas, sino de cambios desordenados y fragmentarios: se puede hablar entonces de un “fin de la historia” con la mayor libertad. Los cambios como la tecnología, la perspectiva de la realidad no son para nada evoluciones de una cultura pasada, son, por lo demás, cambios realizados a fenómenos heredados, ni mejores ni peores, simplemente cambios desordenados y ambiguos. De eso se trata todo esto, si hacemos dialéctica a la historia subrepticiamente (tal vez subrepticiamente obligatorio) estamos negando a las culturas antecedentes, lo cual es improductivo para el entendimiento de nuestra actual cultura. Por lo tanto, ni la democracia, ni la tecnología, ni toda nuestra riqueza cultural es superior o inferior a cualquier cultura pasada (y viceversa), y ni cada virtud de los grandes acontecimientos es lineal.

Moraleja: Al escuchar a un dialéctico pregúntate ¿a que le tiene miedo?


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