(Inspirado de Un tal Lucas de Cortázar) Escrito por Un Tal Pedro
Son las siete de la noche, y aunque Faustino no ha hecho nada más que despertarse, usar el Messenger y comer, el cuerpo lo siente agotado de stress y preocupación. No amerita seguir echado después de seis horas de almacenamiento profundo de inutilidades de TV, pero el dedo pulgar ya se acalambró del insistente zapping y decide automáticamente dar una vuelta por la cocina, acto superfluo si tienes la barriga llena más aún si no hay energías que recuperar, pero muy entretenido porque crea expectativas de quizás milagrosamente encontrar tortas de jamón o pitufresas. Apaga su caja mediática, se coloca las babuchas, que en algún momento su madre le regaló con la certeza de darle a su hijo comodidad en las amanecidas de estudios (Fausti!, mira lo que te compré), pasatiempo que por cierto abandonó al entrar de lleno al trance de la TV y el msn, trance que perpetuó el uso de sus lindas babuchas nocturnas en parte esencial de sus pies. Baja los catorce escalones que contaba en el único idioma que conocía, y, ya en la cocina, enciende su televisor con esa calamitosa rueda que gira tiesa y te da de cocachos en la sien. Muy pavloviano observa el reloj, tengo hambre, oprime el botón que abre el microondas, coloca su comida, dos minutos, la abre se sienta y se sumerge nuevamente en el mundo de las ideas absurdas –más absurdas aún- porque su televisor de la cocina, como el de su recámara, solo capta canales de señal abierta. Trac trac, da el primer mordisco de la deliciosa comida de mamá, trac trac, encontró algo que en la tele lo entretendrá. Con el cuello torcido hacia la TV, Faustino come y bosteza, mastica, se ríe y eructa. El canal es el mismo número de las tortuninjas, son las siete y ve un programa cómico (saquen conclusiones), observa las minifaldas, aquellos gestos despreciablemente clásicos de malos programas cómicos (esos que obligan a los personajes a abrir los ojos del susto, colocar la boca en O de sorpresa, abrazarse cuando pasará algo malo, golpearse cuando el diálogo es decadente) y se ríe golpeando la mesa un poco para sentir el calor y la euforia de tan pestilentes parodias. Desde muy lejos, lo observo. Entiendo el nivel ínfimo de su gracia, pero sigo sin comprender el porque de su risa: concluyo que la comida está “pateada” o en sus babuchas hay ratas que rozan sus holgados pies con sus trémulos cabellos.
Faustino dejó de reírse (gracias a Dios) porque entendió finalmente que estaba viendo basura, y que no es digno de un magno ser humano dedicar tal cantidad de horas a intimar con programas gansos. Deja sus cubiertos al lado del plato que ya está a punto de acabar, y, luego de chuparse los dedos, cambia de canal para observar el noticiario periodístico, que por su nombre implica cierta seriedad y prestigio actual: vivir actualizado es vivir el presente. Pero falla en la lucha contra la bobería, y se da cuenta que no entiende nada: ¿legislativo? ¿Juez de paz? ¿Nosocomio? ¿Cuatro fríos? (¿o quizás solo se da cuenta que la idiotez se expandió aún en los noticieros?). Y apaga su venerado televisor de forro de madera plastificada para subir nuevamente sus catorce peldaños hacia el ambiente cargado de su recámara. Se echa un momento sobre su cama y empieza a meditar el modo de revertir las miles de estupideces que reciben sus queridos paisanos por culpa de la bendita televisión. Tras tejer hermosos silogismos, varias ideas por varios minutos, organiza un plan sorpresivo que lo levantó de la cama de un salto. Ya tenía la solución, y desde su computadora quería compartirla
- ¡Hola Raúl!, ¿Qué haces?
- Aquí, Fausti, ¿y tú?
- Aquí, mañana me pondré cable.
Aún te observo Fausti, con tus lindas babuchitas celestes sobre tu cama entendiendo que la televisión extranjera es mejor. Más aún tenemos un tema pendiente, porque todavía no me dejo de preguntar como es que sigues riéndote de tal manera indecorosa, y como es que los calambres de tus dedos ya no te obligan a ir, de vez en vez, en búsqueda de tortas de jamón hacia la refrigeradora.
Faustino, y sus experiencias mediáticas
Escrito por
Filoterario
temas tratados en este articulo:
Faustino,
sobreestimacion de la tv
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