La imbecilidad religiosa y la profecía marxista




Por: Eduardo Yalán Dongo

Que extasiado estuvo el mundo cuando uno de los menores hijos de la fé dijo: “(La religión) Es el opio de pueblo” (Karl Marx - Introducción para la critica de la filosofía del derecho de Hegel) Pues bien, fue Karl Marx el que profirió esta sentencia, favorita de cualquier ateo y/o agnóstico turbado, siendo de alguna manera la que ha explicado nuestra tricotómica cultura. Y es así como hoy, tras 124 años de haberla escrito, la profecía del joven Marx se ha cumplido con un desenlace irónicamente inesperado. Hay que reconocer que existe una tendencia en la historia que, al igual que la consabida dicotomía entre el bien y el mal, nos ha marcado cual sello vacuno: existe una tendencia demasiado desbalanceada entre la razón y la imbecilidad.

En la época de Marx, las necesidades de las personas eran prescriptas por una floreciente sociedad industrial que hacia al hombre propiamente una mercancía (punto interesante para Marx en su célebre El Capital. Capitulo I). Sin embargo, al joven Marx le interesaba en particular otro sistema educativo de estupidez; la religión. Este opio del pueblo hacia que los hombres decimonónicos vivieran una realidad mística, aparente, un reflejo del mal interpretado mundo. La religión es obviamente un impedimento –como decía Marx- para que la prole no actúe bajo el pathos de la praxis, de la acción; la religión hacia que la fuerza de trabajo y el no reconocimiento de la plusvalía sean tan solo una fría neblina para el proletariado sensible. Fue así como Marx suplanto el mito de la religión por otro mito mas afín a los objetivos revolucionarios; como decía Mariategui: “la fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia, la fuerza de los revolucionarios está en su pasión (…) es la fuerza del mito.” (El hombre y el mito. Lima 16 de enero de 1925). La prole no le servía a Marx si es que ésta solo pensaba en una supra realidad, y no en la realidad misma, o lo que aparece de ella. La estupidez era el nutritivo principal de la religión; y la rígida y asexual teoría cristiana consentía esta droga: ¿podemos decir entonces que la religión, principalmente cristiana, ha sido el primer sistema narcotraficante y terrorista de todos nuestros aletargados tiempos?. Pero lo que Marx no sabía es que su mito marxista (muchas veces interpretado como religioso) del "opio del pueblo", seguiría constituido 240 años después, de una manera muy particular en nuestra cultura moderna, en nuestra tercera ola .

“Llega la época en que tendremos que pagar el haber sido cristianos durante dos milenios (…)” (F. Nietzsche – La voluntad de poder § 30) De alguna manera, la adicción no reparada a la fe cristiana y religiosa (para totalizar) ha rendido sus frutos y se ha vuelto hacia el hombre moderno. ¿Por qué digo la imbecilidad? La palabra Imbécil proviene del latín imbecillus (no im-becillis) que significa im –baculum (“en el bastón”) es decir imbécil, si lo vemos metafísicamente, es aquella persona cuya vida se sostiene sobre algo, una persona que posee la ayuda de todos, que regala dadivas de su poder a todos y que por tanto él mismo no posee nada suyo. En el caso del proletariado religioso, del cual Marx critica, la visible imbecilidad con su deprimente apoyo se encuentra en la religión. Y este apoyo es desmedido, ya que la fe implica una no formulación racional, un “piensan por mí”, una no acción: una no revolución.

Ahora bien, ¿Qué clase de imbecilidad religiosa es la nuestra, si tomamos en cuenta de que vivimos en una sociedad postnihilista? Nada ha cambiado, la religión sigue y seguirá siendo la nutriente de las masas, a pesar de que ya no sea una religión espiritual cristiana, nos contagia actualmente otro tipo de religión, como de la mercancía, de la moda, del desvariar por cada sábado en la noche, del trivializar al alcohol, de innabilitar la razón, del babear por la tecnología comercial, de escupir la cultura; nadando en naderías. Nos sostenemos sobre determinadas cosas y lo peor de todo, solo elegimos un solo báculo, nos quedamos con un punto del sistema, si no es la razón es la estupide
z, si no es la estupidez es la razón. ¿Y si nuestra cultura es muy estúpida, como dicen los eruditos, entonces no genera esto que seamos más sensibles ante cualquier mandato o moda? ¿No será afectada nuestra alma sensible por el hecho de ser tan estúpidos? ¿no estaremos más dispuestos al cambio?¿Podemos decir acaso que el Dios cristiano solo ha creado la estupidez y que la razón es una anomalía, algo que no previó? Solo son pocas, muy pocas las personas que se pueden considerar integradoras, que comprenden tanto a la razón como a la estupidez, y Dios no es una de ellas ¡Vitor por el único y Vitor por su propiedad!

2 puntos de vista:

Anónimo dijo...

la mierda... de atubo con los cristianos.. csm... oe soy cristiano catolico ps... como vienes a kagar a la gente con tanta mierda... :S :O

Anónimo dijo...

jajajajajaj....disculpa gomo por criticar a tu religión, si crees poder defenderla este espacio es el preciso.